El marketing que rodea la política que en materia migratoria ejecuta en Ceuta el Ministerio de Interior le llevó a convertir la doble valla con Marruecos en un experimento que perseguía un único fin: retirar las concertinas que el mismo PSOE colocó para ‘vender’ la inclusión de “medios menos cruentos” en forma de peines invertidos, mientras se financia la colocación de esas alambradas en territorio marroquí y se fortifica su línea fronteriza con la ciudad autónoma.
En ese avance con el que la cartera de Fernando Grande-Marlaska dulcifica la política dictatorial hacia la población migrante, se ha dado un paso más: la colocación de estos ganchos ubicados al revés sobre los espigones situados en Benzú y Tarajal. Las obras ya han comenzado y se puede apreciar buena parte de la infraestructura impermeabilizada de esta forma, mientras se ha retirado la alambrada que coronaba las vallas.
La obra del perímetro avanza con el mismo hermetismo como se comenzó. Sin dar información y ocultando vergüenzas añejas. Los espigones de Benzú y del Tarajal han sido los grandes olvidados del Gobierno de la Nación, tanto bajo el mando del PP como del PSOE. Se comprometieron a hacer inversiones para arreglarlos ante la debilidad de sus cimientos, pero las mismas quedaron olvidadas, como los proyectos que, a toda prisa, difundió el Ejecutivo de Mariano Rajoy para acallar la polémica del 6F.
Ahora, sobre ambas infraestructuras expuestas a los temporales y sin bases férreas que garanticen su firmeza, se colocan los peines invertidos que se han repartido ya por todo el vallado, sometido a una actualización política desde el 3 de diciembre de 2019 cuando comenzó la retirada de las alambradas.
Lo que no cuenta Interior es el destrozo que se ha producido con estas actuaciones. Si ya el sistema de control reducido a un particular ‘gran hermano’ de cámaras se había quedado obsoleto, la suerte de sensores, alarmas y visores se ha visto afectada por las actuaciones a pie de terreno durante el periodo en el que han durado estos trabajos.
El maquillaje sobre la frontera sur de Europa persiste mientras al otro lado de la valla continúan las batidas indiscriminadas y las redadas masivas de subsaharianos que son expulsados y alejados del entorno de Ceuta y Melilla en un claro atentado consentido contra los derechos humanos
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