El anuncio del Gobierno local de convertir la Plaza de la Constitución en una nueva zona peatonal supondrá, de llevarse a cabo tal y como se ha descrito, un cambio en la movilidad de Ceuta. La ciudad cuenta con algunas vías en las que está restringido el paso de vehículos, por lo que ya hay una experiencia previa sobre el impacto que generan este tipo de medidas.
Lo que es evidente que, con esta propuesta, la Ciudad se suma a los proyectos de peatonalización que están proliferando en toda Europa y que, pese a contar con algunos detractores, están obteniendo resultados satisfactorios. Estas intervenciones, que limitan el acceso a los vehículos y reurbanizan espacios, fomentan la movilidad sostenible y un estilo de vida más activo, lo que a su vez influye en la salud pública.
Además de reducir los efectos ambientales negativos, como la contaminación del aire o el ruido, la peatonalización genera actividad comercial, como ya se ha demostrado en Ceuta en los entornos en los que se prohíbe el tráfico.
La iniciativa es ambiciosa, porque permitiría ampliar la zona exclusiva para viandantes más allá del entorno del Revellín, y necesita de un impulso presupuestario importante, que el Gobierno local ya ha cifrado provisionalmente en unos 18 millones de euros para la Plaza de la Constitución y la reparación de los puentes de la Almina, cuyo estado actual preocupa a los responsables de la Ciudad.
No obstante, los planes de mejora de la sostenibilidad urbana no pueden sustentarse únicamente en peatonalizar calles o plazas estrictamente con criterios estéticos, sino que debe ofrecer alternativas convincentes al coche y mejorar los servicios de transporte público. Solo así podrá obtener el efecto que se persigue.