La
Policía Nacional le tiene por un pícaro aficionado desde hace ya un tiempo a “tocar”
coches, a ir probando “al descuido” si algún propietario se ha dejado su vehículo abierto en la calle y encuentra algo con algún valor para seguir tirando en la calle, como dice llevar haciendo desde febrero, cuando desembarcó en Ceuta procedente de su país natal, Portugal, por alguna razón difícil de asimilar. Asegura ser Tomás Mota, luso, expiloto de carreras, veterano de Daytona, 36 años, sin familia pero con amigos y novia (“quiero casarme para poder estar con ella”) en la ciudad autónoma. Agentes de la Jefatura Superior le han identificado y retenido un rato este lunes a primera hora de la mañana ante la Iglesia del Valle.
Cuando la dueña de uno de los automóviles estacionados en la zona, en la que es habitual encontrarse coches con las ventanillas destrozadas para robar en su interior, ha llegado tras ser avisada por la Policía y ha certificado que ni le faltaba nada ni había sufrido ningún daño, los funcionarios le han dejado donde lo encontraron. Es posible que Mota 'toque', pero parece que no destroza. Viste deportivas, sudadera con capucha y una manta de la
Cruz Roja sobre sus hombros, como muchos inmigrantes cuando son atendidos nada más alcanzar la ciudad en alguna embarcación. Él, sin embargo, como ciudadano comunitario no tiene acceso al
CETI. Tampoco da la impresión de estar muy inquieto por buscar un techo estable donde encontrar cobijo más allá de los túneles inmundos del Brull o La Sirena de Punta Almina, donde afirma buscar refugio a menudo.
El portugués espera con paciencia junto a los agentes a que llegue la dueña del coche y ve irse a todos con idéntica parsimonia. Es complicado seguir sus pasos perdidos cuando asevera que ha conducido el vehículo de Nicholas Cage en '60 segundos', la
película sobre un delincuente reformado que tiene que robar decenas de vehículos en unas pocas horas para salvar a su hermano de una peligrosa banda de asesinos. “Yo tengo muchos coches y vine a por ellos”, insiste mientras acepta con una sonrisa un par de yogures y un zumo para desayunar que le da una mujer con un carrito de bebé. “La gente buena de Ceuta...”, comenta cuando se va. En
Asuntos Sociales aseguran no tener ningún expediente en el que conste la existencia de una persona sin techo en la ciudad con su perfil.