El Parque Marítimo del Mediterráneo es uno de los lugares más emblemáticos de Ceuta. Cada año, durante la temporada estival, son muchos los ceutíes y visitantes que disfrutan de los días de verano en sus piscinas de agua salada rodeadas de una espectacular vegetación.
Es sin duda la joya de la corona de sobras conocida, pero quizá a quienes no conoce tanto es al grueso de personas que hace posible que cada año pueda funcionar.
Este lugar, obra póstuma del artista canario César Manrique, se inauguró el 15 de julio de 1995. “Las instalaciones tienen unos 48 o 49 mil metros cuadrados y ese espacio lo ocupan jardines, el solarium y tres lagos, dos están comunicados mediante una obra un poco acastillada, imitando a lo que es el foso y las Murallas Reales, y después está el lago que se conoce como del Bar Isla. Los lagos estamos hablando aproximadamente de 19 mil metros cuadrados, 12.000 de jardines y el resto de solarium”, detalla Luis Márquez, director del Parque Marítimo.
Mantener este lugar en condiciones óptimas durante todo el año requiere de mucho trabajo y para ello tiene establecidas diferentes áreas entre las que se encuentran jardines, mantenimiento, electromecánica y seguridad, servicio y jefatura de personal.
FaroTV se ha reunido con los responsables de cada una de ellas y ha podido conocer cómo es el trabajo que se realiza y que, a diferencia de lo que muchos creen, no se lleva a cabo solo en verano. Todo lo contrario. Durante los meses de invierno, cuando está cerrado al público, trabajan en base a un plan perfectamente desarrollado para su mantenimiento preventivo.
Antonio García, jefe del área de mantenimiento, destaca cómo empiezan “a preparar la temporada en septiembre”. En ese momento “recogemos el material y preparamos el solarium, reparación hamacas, sombrillas... En enero empezamos con la piscina y cuando nos dicen la fecha de inicio de la temporada, un mes antes, nos ponemos con lo que es pintura”.
Las piscinas se llevan 3.400 kilos y se pintan a mano. “Luego empezamos a montar todo el mobiliario como es hamacas, sillas de socorrista, etcétera”, apunta.
Además, durante los meses de verano, esta área se encarga de reparar cualquier incidencia que pueda surgir al momento, asegurando así que todo esté en perfecto estado para el uso y disfrute de los bañistas.
También durante todo el año trabajan los jardineros, tal y como cuenta José Luis de Miguel, jefe de jardinería. Ellos se encargan de la “limpieza de jardines, recorte de setos y césped, abonado de este último, que lleva uno diferente a las plantas ornamentales de cualquier jardín. También poda de palmeras y árboles, planificar los jardines cuando hay que hacerlo añadiéndole algún tipo de planta que nosotros creamos que va a ir bien y la compra y la aplicación de productos” necesarios para su cuidado, explica.
Asimismo, señala que durante el invierno realizan un trabajo mucho más intenso para que las plantas estén listas de cara al verano, cuando trabajan un poco más en la estética “para mantener lo que es el cuadro en condiciones”.
De eso también se encarga el personal de limpieza de piscina y colocación de hamacas, bajo el mando de Germán San Juan. Una de sus labores es la limpieza completa de las piscinas cada lunes y jueves, días que se vacían. “Limpiamos aliviaderos, escaleras, suelo, piedra... todo. Se le echa hipoclorito, que es como lejía, para que se quede blanco y quitamos lo que se queda pegado. La idea es dejar las piscinas nuevas. Somos cinco los que nos metemos en la piscina, cada uno tiene su tajo y va haciendo lo suyo hasta el desagüe”, por donde expulsan toda la suciedad, detalla.
Junto a la limpieza de piscinas, también colocan las hamacas “cuando ya se va todo el mundo del Parque para que se quede igual que por la mañana”. Pero ese trabajo no se queda ahí. “Por la mañana entramos a las 8:00 horas y con la goma limpiamos todo lo que es el solarium y las hamacas para quitarle las cagaditas de las pavanas y las dejamos limpias”.
Actualmente, el Parque Marítimo tiene un aforo de 1.600 personas, de las casi 2.000 permitidas hasta antes de la pandemia. Esta reducción vino motivada con la enumeración de las hamacas para garantizar la distancia de seguridad obligatoria durante la Covid-19. Al ver que esto permitía a los usuarios disfrutar más cómodamente de las instalaciones, decidieron mantener ese aforo.
Pero no solo es importante la comodidad de los bañistas, también su seguridad. Bilal Mustafa coordina a todo su equipo para vigilar y actuar rápidamente si ocurre algún accidente. Para ello, “siempre estamos conectados con los walkies, la enfermera, los socorristas, porteros, taquillas, cualquier cosa que pase se comunica y acudimos a ayudar al compañero”, enumera.
“Nosotros trabajamos en base a la afluencia del público y cuando hay aforo completo suele haber unos cinco o seis vigilantes aparte de porteros en los accesos. Yo me encargo de que cada uno esté en su sitio y si hay alguna cosita actuar y echarle una mano al compañero. Parece que es sencillo pero tener tanta gente es complicado de controlar y mis compañeros se vuelcan y estamos siempre al pie del cañón”. Además, el área de seguridad también trabaja por la noche para controlar que nada ocurra en el interior.
Bilal Mustafa comenta que “como norma general no suele ocurrir nada, aunque evidentemente durante tantos años algo ha pasado, pero son casos puntuales de peleíllas de niños que acabas llamando a los padres y si es algo muy grave se expulsa. Por la noche se ha dado algún caso puntual de alguien que se haya tomado una copa y se atreve a meterse en el lago pero evidentemente si se ve sale expulsado automáticamente”.
Dentro del área de seguridad también se encuentran los socorristas. Uno de ellos es Héctor Rodia León, para quien “el día a día hay dos maneras de verlo”.
“En temporada baja el trabajo es de una manera, pero aún así hay que estar porque a la persona le puede pasar algo en el agua o fuera; en temporada alta, aparte de vigilar, hay que intentar que no pase nada por la seguridad de los clientes. En temporada baja, a veces, estamos uno por lago y dos en el primer lago, que es en el de playa, pero en fin de semana siempre hay dos en cada uno. Después, dentro de un lago sí está otro compañero para que el trabajo sea más llevadero, y uno está en el faro y otro está en la silla a lo mejor cada 40 minutos rotamos y así el trabajo se hace más llevadero”.
Respecto al comportamiento de los usuarios, Rodia explica que en el Parque “ hay ciertas normas que hay que cumplir. Todo el mundo que es de Ceuta sabe que no se puede saltar, no te puedes subir encima de las piedras y a la hora de la ropa de baño hay ciertas ropas que no están permitidas”.
En ese sentido, deja claro que “afortunadamente, esto es el mayor tesoro que tiene Ceuta y la gente que viene se sabe las normas y se suele comportar. Eso sí, hay un tipo de clientela, que es la adolescencia, que es la rebeldía, y es más propensa a portarse mal, pero el usuario en general suele portarse bien”.
Aún así, es inevitable que ocurra algún incidente. Aunque “afortunadamente no pasó nada, una vez un niño se hundió. Correr, meterte en el agua, sacarlo.... Afortunadamente fue un susto”. Aunque no ha sido lo único. Este socorrista recuerda que “hace unos años tuvimos por desgracia la parada cardiorrespiratoria de un niño que entre todos, con la ayuda del doctor Padilla, que ese día estaba por aquí, lo sacamos adelante”.
A pesar de estos pequeños incidentes, Rodia se queda con los buenos momentos y con “el ambiente de trabajo, que es excepcional. Por suerte puedo decir que todos los socorristas, a parte de compañeros, son amigos”.
Eso es algo que hemos podido comprobar entre todos los trabajadores del Parque Marítimo del Mediterráneo. La ilusión y las ganas de que todo esté lo más perfecto posible para que los usuarios disfruten plenamente de este lugar que, casi 28 años después de su apertura, sigue siendo una joya para la ciudad así como para todos los que vienen a verla.
No pueden irse de Ceuta sin conocer este fantástico lugar que engloba piscinas de agua salada, solarium y un jardín botánico. La combinación perfecta para disfrutar de los días de sol en verano.
José Luis de Miguel lleva 25 años trabajando en el Parque y 23 como responsable del área de jardines, aunque en este 2023 ya se jubila.
Tantos años le han permitido conocer a la perfección la variedad de especies que habitan en este lugar, “aproximadamente unas 1.500”. Aunque expone, “esto era un palmeral antes y luego se consiguió hacer un jardín botánico, pero lo que sobresale más son las palmeras”.
Además, agradece a sus compañeros “el trabajo que hacen. Estoy enamorado de este lugar”.
La sala de bombas es una de las partes más desconocidas para el público a la vez que de las más importantes para las piscinas del Parque Marítimo del Mediterráneo.
Desde ahí, los dos responsables del área de electromecánica se encargan durante la temporada de verano de vaciar las piscinas los lunes y los jueves a través “de las compuertas que se abren”.
Seguidamente, se limpian y ellos se vuelven a encargar de llenarlas “mediante una bomba de vacío que hace que la columna de agua la traigamos hasta las tres bombas que suministran el agua en cada lago”, directamente desde el mar, detalla Raúl Palacios, encargado de esta área. Un proceso que tarda unas cuatro horas aproximadamente.
Catalina Postigo, más conocida como Cati por sus compañeros, es la encargada de vender los tickets de entrada, de las sombrillas y las colchonetas así como de poner un poco de orden en la puerta. Sobre las entradas, Cati comenta que pueden sacarse tanto de forma online como en taquilla, aunque “en temporada alta y fines de semana casi todo es online y entre semana viene más gente a taquilla, pero yo creo que más o menos un 50%”.
El Parque Marítimo del Mediterráneo tiene unas dimensiones que alcanzan los casi 50 mil metro cuadrados entre solarium, piscinas y jardines.
Tanto espacio ha dado lugar a que se establezcan diferentes zonas, aunque no de forma oficial, según el tipo de usuario que se puede encontrar en cada de ellas.
Una división que ha ido surgiendo con el paso de los años gracias al público tan variado que cada día durante la temporada de verano va a disfrutar de estas instalaciones.
De este modo se puede encontrar en primer lugar la zona de playa, en cuyo lago hay unas boyas que delimitan la profundidad. El público mayoritario que suele reservar en ese espacio suele ser de padres con hijos.
Después estaría el lago central, que es un público muy diverso, aunque principalmente hay personas de mediana edad y con algo en común: buscan estar tranquilos y relajados para disfrutar del día.
Por último estaría la zona de la isla, que es “donde está el bar, donde va la gente joven y que hay música prácticamente toda la tarde, con lo cual es una zona más para jóvenes”, manifiesta Luis Márquez, director del Parque.
Con esto, “el cliente se va adaptando a lo que le da más satisfacción de descanso y disfrute” y reservan en cada uno de estos lugares en función de lo que esperan de su día en el Parque.
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