Querida amiga mía:
Hoy me siento a escribir estas líneas con el corazón lleno de recuerdos y emociones encontradas. Me cuesta creer que ya no estás entre nosotros, pero sé que tu partida forma parte de un ciclo inevitable y que de alguna manera te llevas contigo la paz que tanto merecías.
Siempre fuiste un enigma para quienes te amábamos. Guardabas tus batallas de forma tan discreta que pocos sabíamos el peso que cargabas en silencio, esa fortaleza silenciosa, esa manera de enfrentarte a la vida, sin pedir clemencia ni mostrar debilidad, me enseñaste lo que es realmente ser valiente.
Te prometí que estaría contigo y el destino quiso que fuera así, y en ese último adiós tuve sentimientos encontrados, un inmenso alivio de saber que ya no sufres y una profunda tristeza por haber perdido tu presencia.
Te fuiste demasiado pronto, rodeada de personas que te queríamos incondicionalmente y que, aunque no comprendiéramos del todo tus silenciosas batallas. Siempre supimos que en ti había un alma noble y única. Ese amor que te envolvía en tus últimos momentos es el mismo que hoy nos consuela y nos recuerda la importancia de vivir cada instante con empatía y humildad.
Aunque la vida te dejó con sueños y proyectos sin culminar, quiero recordarte por todo lo que fuiste, una amiga leal, una compañera inigualable y una mujer excepcional que supo brillar con luz propia aún con la oscuridad de tus días más difíciles. Tu ejemplo me inspira a seguir adelante y atesorar cada momento porque aprendí contigo que la verdadera fortaleza reside en la capacidad de amar y ser amado, sin importar las circunstancias.
Tu recuerdo vivirá en cada palabra que escribo, en cada risa compartida y en cada silencio que ahora habla de tu ausencia. Siempre te llevaré en mi corazón.
Con todo mi cariño y gratitud.
Ciertamente somos de Allah y a Él hemos de volver.
Inna li-l-Lahi wa ' Inna 'ilayhi rayi'un.
Hayat Tahar