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“Para estar 30 años pitando te tiene que gustar mucho el fútbol”

Después de treinta años dirigiendo partidos puede estar afrontando su última temporada, como mucho la penúltima. Kuider Mohamed tiene claro que ya va siendo hora de colgar el silbato, aunque lleva muy orgulloso haber estado todo este tiempo en el arbitraje.

Muy conocido en el ámbito futbolístico local, Abdelkader Mohamed es el penúltimo de una familia de nueve hermanos que comenzó jugando como central en infantiles en las filas del O’Donnell Atlético. Luego pasó por el O’Donnell de juveniles, el Matarile de Regional y jugó con el Castillejos en Tercera División hasta que decidió colgar las botas con veintitrés años por una lesión.
Como el fútbol le corría por las venas aceptó un ofrecimiento del actual presidente del colectivo arbitral, Antonio Soto, para entrar en la nómina de colegiados locales.
Debutó en la temporada 79-80 en un partido de alevines y ha pasado por todas las categorías locales (actualmente dirige encuentros de benjamines a infantiles), además de ser juez de línea en Tercera División y en Segunda B.
Dice que desperdició la ocasión de ascender a Tercera cuando se lo propusieron, de lo cual se arrepiente, pero está satisfecho de haber arbitrado siempre de forma honrada. Está casado, tiene dos hijas (Nora y Samira, esta última nació en el helicóptero cuando su madre era trasladada a Málaga), es personal de mantenimiento del hospital y, ante todo, es: árbitro.

–¿Cómo se vive en una familia de nueve hermanos?
–Viví en el seno de una familia humilde, en una casa pequeña y donde dormíamos como podíamos. Mis padres me inculcaron la educación y el respeto hacia los demás, sobre todo a las personas mayores.
–¿Qué tal en los estudios?
–Los ejercí en Marruecos porque mis padres se empecinaron en que yo estudiara porque mis hermanos no terminaron sus estudios. Estuve cinco años internado en un colegio de Tetuán y allí estuve hasta que no veía futuro y decidí volver con diecinueve años.
–¿Qué haces entonces?
–Me puse a trabajar por la mañana y a estudiar por las noches para lograr lo básico en los estudios. Mi primer trabajo fue en una panadería, donde estuve durante diez años hasta que en el 1993 entré en el hospital como mantenimiento y conseguí la estabilidad laboral.
–¿Para qué te sirvió la experiencia de una década en la panadería?
–Me enseñó que en la vida hay que trabajar y más aún si tienes necesidades. Yo era uno de los menores de mi casa pero siempre quise aportar dinero a la economía familiar.
–¿Te refugias en el fútbol o te gustaba?
–Siempre me ha gustado, empecé como central en el equipo del O’Donnell Atlético y tenía que venir todos los fines de semana desde Marruecos para jugar, además de que fui campeón escolar en Marruecos.
–¿Eras buen jugador?
–No soy el más adecuado para decirlo pero me defendía, llegué a ser siempre titular, estuve preseleccionado en Ceuta y en Marruecos pero no llegué a nada porque la cantera no existía. Una vez en Regional vi que no había futuro.
–¿Por qué cuelgas las botas?
–En Regional vi que no iba a llegar a ningún sitio y, además, sufrí una lesión en el dedo del pié que me hizo abandonar el fútbol con veintidós años.
–¿Y cómo decides enrolarte en el Colegio de Árbitros?
–De la mano del actual presidente, Antonio Soto, que me animó porque él había ingresado en el colegio seis meses antes y me presenté para vivir una nueva experiencia, porque el fútbol me encantaba. Con el tiempo me gustó y ahora estoy convencido que si volviera a nacer volvería a ser árbitro.
–¿Por qué estás tan convencido de ello?
–Porque el fútbol me ha abierto muchas puertas y he conocido a mucha gente, muchos de ellos de la península con los que todavía mantengo contactos.
–¿Te acuerdas de tu primer partido?
–Fue un partido de alevines entre el Unión África Ceutí, donde jugaba Nayim, y otro rival que no recuerdo. Sin embargo, mi mejor recuerdo fue mi primer encuentro en Regional en La Marina cuando arbitré el Príncipe Felipe-Atlético de Ceuta; el campo estaba lleno y había un señor que se llamaba Heredia que era muy crítico con los árbitros y me comparó en ese partido con Curro Romero, ya que una vez terminado el encuentro varios jugadores de los dos equipos me quisieron sacar a hombros por mi buena labor. Es algo que no se olvida.
–¿Cómo llevas los insultos?
–Muy mal, sobre todo si son hacia mi familia ya que es algo que siempre me ha molestado.
–¿Qué partido recuerdas de forma negativa?
–Uno en Tercera en el campo del Portuense entre los locales y el San Fernando donde actuaba como árbitro Andreu Cuadrado y como jueces Diego Sastre y yo. La policía tuvo que entrar el coche hasta la caseta para sacarnos del estadio.
–¿Podías haber llegado más lejos?
–Sí, en el año 1990 me propusieron ascender a Tercera junto con Fernández pero los dos lo rechazamos. Yo lo hice porque no tenía muy claro que iba a seguir, una decisión totalmente errónea ya que si me dieran una segunda oportunidad habría aceptado.
–¿Cuál es el secreto para estar arbitrando treinta años?
–Que te guste y terminar una temporada sintiéndote satisfecho contigo mismo, además de que te pregunten por la calle cuándo los voy a pitar, lo cual siempre anima.
–¿Cómo has vivido el antes y el después del fútbol local, con los cambios que se han producido en estos años?
–Es algo curioso porque antes no había campos para jugar e incluso en el “54” los coches estaban aparcados dentro del terreno cuando llegábamos y había mucha gran afición, a las ocho de la mañana ya había personas esperando pero ahora todo es distinto porque se dispone de campos de hierba, hay muchas facilidades y el fútbol tiende a desaparecer.
–¿Por qué esta visión tan pesimista?
–Principalmente por la agresividad y el poco castigo que tienen los agresores. Al que le pega a un árbitro no se le debería renovar la ficha pero hay un reglamento que no se puede saltar. Sin embargo, en diez años en la Regional están jugando los mismos jugadores porque entiendo que un padre que vea esos malos modos no quiera que su hijo juegue en esa categoría.
–¿Qué sensación te produce este cambio a peor?
–Mucha pena porque toda persona que quiera el fútbol lo entendería. Los agresores deben ser apartados por los mismos clubes pero hay equipos que utilizan esos jugadores agresivos para intimidar al rival y al colegiado.
–¿Cómo está el nivel del arbitraje local en estos momentos?
–Muy bajo, hay dos o tres por encima, luego un vacío muy grande y finalmente las promesas.
–Y en tu caso ¿Cuánta cuerda te queda?
–Posiblemente ésta sea mi última temporada pero me gustaría seguir ligado al Comité de Árbitros, siempre que requieran mi intervención, porque no me veo formando parte de ningún equipo de fútbol como delegado o haciendo otra función.
–¿Te ves como presidente del colectivo arbitral?
– El colegio está bien representado ahora por Antonio Soto pero nunca se puede decir que no ya que la vida puede dar muchas vueltas.
–Finalmente ¿Con qué te quedarías del fútbol?
–Con las amistades y los buenos momentos.

“El colegiado tiene que ser dialogante porque ante todo tenemos que realizar una labor educadora”

cualidades. A la hora de referirse a las cualidades que deben adornar a un buen colegiado, Kuider Mohamed tiene las cosas claras: “hay que ser dialogante porque el árbitro tiene que realizar una labor educadora y no puede estar con la mano caliente para sacar tarjetas”.
En este sentido, ha considerado que “siempre me ha gustado hablar e incluso explicar las faltas porque entiendo que las pulsaciones de los jugadores están muy elevadas y hay que saber arbitrar en cada momento. Es necesario parar el partido y hablar, aunque no dar un discurso”.
Ha entendido que su experiencia como jugador de fútbol le ha valido para mucho. “Siempre he dicho que para ser cura primero debes ser monaguillo porque cuesta más trabajo arbitrar si antes no has jugado ya que el haber sido jugador me ha hecho conocer la picaresca de los futbolistas y sus intenciones, por lo que la experiencia me ha servido y ayudado”.
En su opinión, un árbitro “debe estar muy bien preparado físicamente, tener un nivel de cultura alto y ser dialogante, aparte de la honradez”.
Por todo ello, considera que cualquiera no puede ser árbitro. “Te tiene que gustar mucho el arbitraje y, por ello, es imprescindible que te guste el fútbol ya que aquí no se está por el dinero. El colegiado tiene que ser una pieza más del partido y si no reúnes estas condiciones mejor no arbitrar”.
Kuider valora no haber sido agredido å nunca. “Una vez lo intentaron en Regional pero no culminó su acción. De cerca he vivido muchas agresiones a varios compañeros, ante lo que sientes una gran impotencia, de ahí que los comités deberían tener más mano dura con los agresores, aunque hay leyes que cumplir”.

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