El Gobierno vuelve a publicitar las mismas medidas de antaño que pasan, básicamente, por casi pagar para que vengan a vernos. Las ofertas a no residentes rebajando el precio del barco es la alternativa para conseguir que los que residen al otro lado del Estrecho puedan marcar en su agenda de visitas la de cruzarlo, conocernos y hablar fuera de lo que hay por aquí.
Es sin duda la mejor campaña de imagen, que otros hablen bien. Mucho mejor campaña que esas que nos precedieron y llevaron a invertir euros y más euros.
Pero no solo pagando prácticamente para que vengan se consigue fortalecer ese tejido turístico del que busca vivir en parte la ciudad. A esos que vienen les tendrás que ofrecer algo y si lo de antaño ya murió, habrá que mostrarles qué es lo que pueden hallar aquí que no tienen en otro punto del país para forzarles a cruzar.
En el transporte marítimo tenemos un lastre, si ahí damos cierto jabón habrá que ofrecerles alternativas para que la estancia sea tan buena que lleve a repetir o, al menos, a instar a que otros vengan. Pero ojo, haciendo además que esas ofertas funcionen, no que cuando unos familiares preguntan por la rebaja del barco se les diga que ya se agotó o se tengan que a ajustar a unos trayectos que parecen convertir en inviable tal beneficio.
La imagen que tenemos fuera no hace justicia a la realidad de esta tierra. Si ya cargamos esa losa habrá que enriquecer las fórmulas disponibles para que, más allá del viaje, pisar tierra caballa suponga disponer de un amplio y variado ‘qué hacer a dónde ir’.