La Comisión Europea se creó en 1958 y constituye el órgano ejecutivo de la UE. Entre sus funciones se encuentran: velar por los intereses generales de la UE, proponer leyes para su aprobación por el Parlamento Europeo y el Consejo de la UE, comprobar que se cumpla la legislación y aplicar las políticas y el presupuesto de la UE. Es un órgano colegiado compuesto por 27 comisarios – uno por cada país miembro de la UE– con un presidente designado por el Parlamento Europeo. Representa a la UE en el ámbito internacional y negocia acuerdos en su nombre.
Se tiene conciencia que los procesos de comportamiento y desarrollo de la sociedad actual, está ocasionando graves consecuencias al medio ambiente. El calentamiento global de la atmósfera está originando cambios en el clima y el 93 % de los europeos consideran que el cambio climático es un problema grave. La deforestación de bosques y la contaminación de océanos, mares y ríos tienen fatales consecuencias. Un millón de especies en la naturaleza– de los ocho millones existentes– presenta peligros de extinción. En los últimos cinco siglos se han extinguido más de 320 vertebrados terrestres y de las especies que sobreviven, su población ha disminuido una media del 25%.
La Comisión Europea propone una estrategia de desarrollo y crecimiento que limite y corrija estos aspectos negativos y transforme a la UE en una sociedad equitativa y a la vez próspera, con una economía sostenible que no expolie los recursos y que no genere residuos contaminantes.
Esta propuesta de actuaciones la ha concretado en el denominado Pacto Verde Europeo. El documento fue presentado a mediados de diciembre del pasado 2019. Sus objetivos se orientan a conseguir una sociedad climáticamente neutra de aquí al 2050 – para conseguirlo la UE deberá recortar los gases emitidos en un 40%, para el 2030– reduciendo la contaminación, protegiendo la salud humana, los animales y las plantas, y fomentando la transición de las empresas a una economía circular, con productos y tecnologías limpias.
Proponía un programa de acciones para la mitad del 2020 que se han ido concretando según la hoja de ruta: Presentación del Plan de Inversiones para el Pacto Verde Europeo y del Mecanismo de Transición Justa, Ley del Clima Europea, Estrategia Industrial Europea, Plan de Acción para la Economía Circular, Estrategia “de la granja a la mesa” y Estrategia de la UE sobre Biodiversidad 2030.
La Comisión está convencida que la consecución de los objetivos ambientales propuestos, deben contar con la participación de otros países, la colaboración y confianza de la población y la aportación de capital privado como complemento de las importantes inversiones públicas que van a ser necesarias. Por supuesto, sin perjuicio de las actualizaciones necesarias, según la evolución del proceso. Señala que es fundamental reflexionar sobre: las políticas de suministro de energía limpia al conjunto de la economía, la industria, la producción y el consumo, las grandes infraestructuras, el transporte, la alimentación y la agricultura, la construcción, la fiscalidad y las prestaciones sociales, así como el fomento de la transformación y las herramientas digitales.
Es cierto que entre 1990 y 2018, la UE redujo sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 23 %, al tiempo que la economía creció un 61 %. Pero de continuar con las mismas políticas, hasta 1950 solo reducirá el 60%. Por esta razón es necesaria la Ley del Clima que favorecerá conseguir la neutralidad climática en ese plazo.
La producción y utilización de energía en todos los sectores económicos, representa más del 75 % de las emisiones de gases de efecto invernadero de la UE. Debe conseguirse un suministro de energía limpia, asequible y segura. El sector eléctrico deberá basarse en fuentes renovables, completando con un rápido proceso de eliminación del carbón y la descarbonización de gas. Se confía en un descenso considerable del coste de las energías renovables, unido a mejores políticas de apoyo. Se deben impulsar las redes inteligentes, las redes de hidrógeno, la captura, el almacenamiento y el uso de carbono, y el almacenamiento de energía.
Con el Plan de Acción para la Economía Circular se dará prioridad a la reducción y reutilización de los materiales antes de su reciclado. La extracción de recursos y su transformación suponen el 50% de la emisión de gases de efecto invernadero y casi el 90% de la pérdida de biodiversidad. Solo el 12% de los materiales utilizados procede de reciclado. La industria y el consumo en UE es, por tanto, de acentuada linealidad. Son sectores que reclamarán atención: el textil, la construcción, la electrónica y los plásticos. Se eliminará la obsolescencia programada y podrá establecerse un derecho a la reparación e incluso un pasaporte electrónico de los productos. Se fomentarán las innovaciones como: el hidrógeno limpio, las pilas de combustible y otros combustibles alternativos, el almacenamiento de energía, y la captura, el almacenamiento y la utilización de carbono, así como la producción de acero limpio.
El sector de la construcción consume gran cantidad de materiales y energía, por lo que debe promoverse un uso eficiente de estos factores. Para el cumplimiento de la legislación sobre la eficiencia energética de los edificios, la UE y los Estados miembros deben emprender una «oleada de renovación» de edificios públicos y privados.
El transporte representa la cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero de la Unión y en constante aumento. Tanto el transporte por carretera, como el ferrocarril, el aéreo y por vías navegables, deben reducir el 90% de sus emisiones de aquí a 2050. Se impulsará el transporte multimodal que aumentará así la eficiencia. El 75 % del transporte interior de mercancías que ahora se realiza por carretera debe pasar al ferrocarril y a las vías navegables interiores. Deben eliminarse las subvenciones a los combustibles fósiles e intensificar la producción y utilización de combustibles alternativos y sostenibles para transporte.
La producción, transporte, conservación, consumo y residuos, en el sector de la alimentación también ocupa un destacado lugar en el Pacto Verde a través de la estrategia “de la granja a la mesa”. Se pretende conseguir un sistema alimentario justo, saludable y respetuoso con el medioambiente. La producción de alimentos consume muchos recursos y sus procesos suelen contaminar el suelo, el aire y el agua. Además se desperdicia una gran cantidad de alimentos. Pero la calidad de la nutrición, influye notablemente en la salud humana. La estrategia busca una aproximación al modelo circular y por ello se aboga: por la agricultura de precisión, la agroecología, la agrosilvicultura y una notable reducción de abonos, fitosanitarios y antibióticos.
Con la Estrategia sobre Biodiversidad se pretende preservar y restablecer los ecosistemas y la biodiversidad, por su enorme importancia en el equilibrio ambiental. Debe aumentarse, recuperarse y cuidarse la superficie forestal en la UE, para aumentar la captación de CO2, reducir los incendios y la erosión y aumentar la bioeconomía. Se luchará contra la contaminación del aire, del agua, del suelo y de los productos de consumo, las escorrentías y las nuevas fuentes nocivas.
Es consciente la Comisión de la necesidad de una considerable inversión −y además continuada− para conseguir los objetivos del Pacto Verde. Se hace necesaria la participación del sector privado, brindándose oportunidades a inversores y empresas con credibilidad. Es evidente que los presupuestos nacionales deben orientarse hacia este proceso de transición, facilitando reformas fiscales que eliminen subvenciones a los combustibles fósiles y penalicen la contaminación.
La investigación, la innovación, las nuevas tecnologías y la aplicación de la transformación digital, deben potenciarse para conseguir la transición ecológica. La Comisión hace especial hincapié, en la capacidad que debe tener la UE para predecir y gestionar catástrofes medioambientales. La formación en las escuelas, universidades y centros educativos, son elementos fundamentales para crear una nueva mentalidad, al mismo tiempo que se impartirán enseñanzas de nuevas competencias y reciclaje profesional.
La Comisión adopta un eslogan para conseguir los objetivos del Pacto Verde aplicando las iniciativas: «sin ocasionar daños». La UE quiere convertirse en un líder mundial en la transición ecológica, pero es evidente que no todos los países del mundo están convencidos de este camino. Por esta razón, la UE desarrollará una diplomacia del Pacto Verde y formas de colaboración innovadoras, extendiéndolas a países del Este de Europa, China, Africa, América Latina, Asia y el Pacífico. La participación y el compromiso de los ciudadanos y de todas las partes interesadas es crucial para el éxito del Pacto Verde Europeo.
El Pacto Verde se generó cuando vivíamos una situación normal, sin la presencia de coronavirus. Evidentemente la pandemia y las medidas de aislamiento y confinamiento han originado una situación de crisis en la salud, pero también en la economía, a la que será necesario hacer frente económicamente y con incertidumbre sobre su duración. La Comisión incluyó entre las medidas para conseguir los objetivos del Pacto Verde, el Mecanismo Europeo de Transición Justa y el Plan de Inversiones para el Pacto Verde. Con el Fondo se movilizarán – de fuentes públicas y privadas– hasta 100.000 millones de euros en inversiones, desde el 2021 al 2027. En los cálculos iniciales se consideraba, para cumplir los objetivos en materia de clima y energía para el 2030, necesarios unos 260.000 millones de euros de inversión anual adicional, aproximadamente el 1,5 % del PIB de 2018.
La situación no es boyante. Ya en el primer trimestre de este 2020 se produjo una caída del PIB de la UE del 3,8 % con respecto año anterior y en mayo se preveía una caída del 7,7 % durante el año. Siendo deseable la aplicación del Pacto Verde y la voluntad de ponerlo en práctica, no pueden desecharse las incertidumbres de las consecuencias que origine el COVID-19.
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