Se avecina la celebración del Día de la Mujer. Una jornada que ha pasado de lo reivindicativo a lo puramente festivo. Una jornada en la que se dan premios, se organizan charlas y se montan exposiciones a lo loco para, después, olvidar lo pasado y volver a la realidad. Desde que nos dio por señalar las celebraciones en el calendario lo fastidiamos todo. Desde que nos dio por visibilizar esa parte de la mujer que queremos, convertimos este día en un puro disfraz. Un disfraz que todos y todas ayudamos a hacer sin reparar en el error que estamos cometiendo. Si de verdad queremos promover esa igualdad, cabría eliminar la celebración como tal. ¿Existe un día del hombre? No, ¿por qué sí de la mujer? Otro lastre y otra diferenciación que nosotras mismas potenciamos, participando de la difusión de mensajes políticamente correctos mientras obviamos la necesidad de luchar por avanzar en otros campos que nos afectan directamente a nosotras. Sin ir más lejos: la maternidad. ¿Está la sociedad preparada para darnos los derechos a las mujeres en este ámbito?, ¿se facilita adecuadamente esa conciliación laboral y familiar, que es aún más necesaria en el caso de las féminas cuando se trata de criar a bebés? Me dirán que existen las horas de lactancia. Bueno, cambio el ‘me dirán’ por ‘los hombres dirán’, porque cualquier mujer que se haya encontrado en la situación de poder disfrutar de esa hora de lactancia en su trabajo habrá comprobado cómo resulta imposible combinar la atención a un hijo con el cumplimiento estricto de la norma. Estamos ante la existencia de leyes, normas y medidas que se supone son beneficiosas para las mujeres pero que chocan con una realidad clara que parece ha sido construida por los hombres.
¿Hablamos de las contrataciones? También. Más de una habrá tenido que escuchar a ese empresario que ve en la contratación de una mujer fértil un problema, aunque claro, se cuidará mucho de hacer esos comentarios en público, pero en el fondo considera que contratar a una fémina que puede quedarse embarazada no le va a provocar más que problemas y bajas. ¿Miento? Yo conozco a más de uno y me encanta pensar si aplicaría el mismo cuento con su propia familia. Ante esto no hay día de la mujer que valga pues la conciencia social no se alcanza marcando el rojo en el 8 de marzo.