Convertido en uno de los pulmones económicos de la ciudad, el polígono del Tarajal seguía sin embargo por sus propias reglas. Difusas, no escritas y, en general, casi anárquicas.
En ese limbo se mueven comerciantes, porteadores, empresarios... Y de la boca de casi todos surgen quejas, demandas y reclamaciones, peticiones de orden y de regularización de una actividad que de forma periódica se ve asaltada por sucesos de colapsos, enfrentamientos violentos o robos a plena luz del día, como atestiguan los últimos meses.
La escena de la noche del miércoles, cuando entre 150 y 200 porteadores durmieron entre cartones en los alrededores del polígono para intentar ser ayer los primeros en pasar a Marruecos, dio pie a la primera estampa del día: aglomeraciones, empujones y la batalla por pasar al otro lado para, a ser posible, regresar de nuevo y rentabilizar al máximo la jornada. Lo recreaban ayer los testigos de lo que era otra jornada animada en el Tarajal. Pero no sería la única queja del día provocada por esa especie de caos que reina en la zona desde hace años.
El blanco de las críticas ayer eran unos cuantos eslabones esparcidos por el suelo en el límite entre la primera y la segunda fase de La Chimenea. Formaban parte de una cadena con la que los empresarios, y en concreto aquellos empleados a quienes tienen encomendada la vigilancia de los polígonos, cierran la puerta de hierro que comunica ambos espacios. “La ponemos por protección, para que no nos roben, pero también para evitar que al estar abierta pueda golpear a un coche o a cualquiera que pase por allí”, asegura Mohamed, que ejerce tareas de control. A media mañana, sin embargo, apareció rota y él asegura que fueron agentes de la UIP quienes se encargaron de cumplir un supuesto encargo de la nueva área de coordinación de los polígonos.
“No entendemos por qué hacen esto. Si es necesario abrirla, pueden decírnoslo, pero no romper la cadena. A ver quién paga esto ahora. Además, la Policía tiene una copia porque se la entregué yo mismo en comisaría”, se quejaba ayer Mohamed. La puerta a la que se refiere está, en teoría, abierta de 7:00 a 20:00 de lunes a jueves, y de 8:00 a 20:00 los viernes y sábados. La versión de Mohamed asegura que además de romper la cadena, la puerta había sido cerrada de nuevo para evitar el paso. “¿Por qué no cierran la de arriba, la que está a cien metros?”, sugería. “Ya han roto otra y nos costó 400 euros arreglarla. Si tienen la llave, ¿por qué lo hacen”.
Nuevo día de paso vetado
Sebastián Antón, presidente de los empresarios de la segunda fase del Tarajal, reiteraba también la queja que ya hizo patente el miércoles en El Faro. Por motivos que insiste no llega a comprender, los efectivos de la UIP impiden el paso a los varones a través de la fila de mujeres que acceden al polígono. Eso implica que hasta las 13:00, cuando se autoriza el acceso, no disponga de empleados, pero tampoco de servicios básicos: “Hoy he tenido un corte de luz y los electricistas no podían pasar hasta mi nave. He tenido que salir a buscarlos yo para que les dejaran pasar.Esto es un desastre y parece que quieren que nos acostumbremos”.
La reivindicación de la libre circulación
Mohamed Ahmed, elegido el pasado mes de junio presidente de los empresarios de La Chimenea en sustitución de Ramesh Chandiramani, reivindica desde que asumió el cargo la “libre circulación” de trabajadores y porteadores en el polígono colindante con el puente del Biutz. “Para nosotros lo más importante es que esa libre circulación pueda ser realidad, porque hay 14 naves, hay 14 empresarios que no pueden realizar ninguna actividad comercial hasta la una de la tarde porque se les impide a clientes y trabajadores llegar”, repite desde entonces. La nueva jornada de veto al acceso de hombres –sí se permite a las mujeres– confirmaba ayer que se ha avanzado poco en ese camino.