Hoy ha amanecido un día excelente. Parece que la naturaleza también se ha aliado ante la magnitud que supone ser madre. Esa mujer que gracias a tener una pareja desea dar vida a algo de ella. Decir gracias no es suficiente.
Desde el momento que quedaste embarazada me llevaste en tu interior. Me distes todo los mimos que podías.
Hiciste que todo lo que te rodeaba se aparcara por unos años para dedicarte a mí. Eso es valor y ganas de sacrificarte. No está pagado con nada.
Cuando me distes a luz fue un principio de que los grandes dolores que soportaste tenían un objetivo. Verme como era. Una vez que me cogiste por primera vez en tus regazos te distes cuenta que la primera parte de separarte del mundo ya se había efectuado.
Ahora venía lo más fuerte, soportar los cuidados continuos de un bebé. Darle de comer cada dos horas. Procurar que este siempre limpio. No dejarlo sólo ni a sol ni a sombra.
Descuidarte por completo para tener a su descendencia en perfecto estado de revista. Y siempre con esa sonrisa y esas ganas de vivir.
Es que ser madre es muy difícil. Por eso darte las gracias por tenerme es muy poco.
Deberíamos tenerte en lo alto de un altar y darte las gracias continuamente.
Es ser nuestra heroína. Sin ella no existiríamos. Es lo mejor que ha hecho. Y somos su prolongación.
Nos ha seguido en cada momento. Se ha desvivido por nosotros.
Y mientras viva nos tendrá presentes en todas las acciones que haga.
Sus plegarias están llenas del amor hacia nosotros.
No nos faltara nunca la ayuda que puedan tener hacia nosotros.
En fin, es un privilegio tener a nuestra madre. Que Dios le de salud y vida por mucho tiempo.
Y que no falte una cosa por decir: " ¡Te quiero con todo mi corazón mamá!".