La Policía tuvo que intervenir ayer ante el ataque de unos perros a un menor que acudía al instituto. Más allá del suceso, de la lectura superficial sobre este asunto, queda la clave del auténtico desastre que en materia de protección animal se permite que se produzca en Ceuta. Hay un vacío de la administración que es incapaz de reaccionar como se debe para controlar lo que ahora mismo está peligrosamente abandonado.
Sobre los dos pit bull que causaron las lesiones, habrá que hacerse varias preguntas: en qué estado los tienen sus dueños, si pasan sus controles sanitarios, cómo estaban en la vía pública sin control o si se tiene constancia de ataques previos de estos mismos canes a otras personas y por qué no se intervino al momento si es que los hubo.
Lo grave no es que estemos hablando de un ataque en concreto, sino que existe una auténtica dejación de funciones sobre la cantidad de perros que están vagabundeando por Ceuta y que no son recogidos por mucho que el ciudadano alerte al 112 o llame directamente a la Policía.
Con la excusa de que no hay sitio, la Ciudad se lava las manos y adopta la decisión más sangrante, equivocada y temeraria, que no es otra que permitir que esos perros no se recojan. ¿Cuáles son las consecuencias? Que pueden terminar atropellados, causando accidentes o convirtiéndose en perros agresivos por propia supervivencia.
No se puede permitir por más tiempo esa inacción, ni se puede ofrecer como excusa que la administración carece de medios para acoger a todo animal abandonado. Lo tiene que hacer porque es su obligación, lo contrario es convertirse en connivente de los riesgos que se están produciendo o en los problemas de salud pública que se pueden ocasionar.
Desconocemos de quiénes son esos pit bull que atacaron a este joven que acudía a estudiar; tampoco sabemos si se había sancionado el comportamiento de sus dueños -si es que los tienen- por anteriores ataques. Lo que sí sabemos es que se está mirando hacia otro lado en torno a la protección animal, descargando las únicas acciones que se realizan en manos de 4 voluntarias.