Fue el flamante componente de la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento de Vitoria y hasta el pasado jueves se encontraba fugado y en paradero desconocido, aunque eso es difícil de creer. Si vivía como nos quieren hacer creer, este desgraciado ser estaría muerto desde hace años. Masacrado por su conciencia, su detención se enmarca en un deseo propio de ser localizado y así recibir el tratamiento que su cuerpo le pedía. Su aspecto físico era denigrante, acuciado por esa nariz aguileña y su mirada perniciosa. Vivir en una cabaña durante años, con mucho frío y excesivo calor, necesitaría de apoyo logístico. No es creíble que el asesino viviese abandonado como un perro callejero, que por sus hechos y sin necesidad de que fuera un deseo, se ajustara a los merecimientos que hizo a lo largo de su arrastrada existencia. No era complicado saber que la sabandija Ternera se podía encontrar en Francia, aunque posiblemente y anteriormente, se ubicase en una Kábila marroquí, apoyado por presos de esa nacionalidad y que la dispersión de presos de ETA del año 88, hizo conocer y entablar una verdadera amistad, englobada en un interés terrorista. Es conocido por Funcionarios de Prisiones de la época que, especialmente en la Prisión de Los Rosales, congeniaban con reclusos “tanjaouis y cáseris”. Es decir Tanjerinos y de Alcazarquivir, sin menoscabar el trabajo en la sombra de otros “Tunzis” o tunecinos que por ser un número menor en cantidad, pasaban oscurecidos en esa ruleta que les ofrecía dinero y porros.
Fue en el año de 2002 cuando percibe que va a ser detenido y huye desesperadamente a un país extranjero donde y por imperativo legal, se conoce su paradero. En ese interés político por demostrar a la ciudadanía que, gracias a las negociaciones, el pueblo español ha terminado con la banda, hecho que es repetido hasta la saciedad, lo realmente cierto es que, vencidos por el cerco que les proponen los Cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado, se ven obligados a ceder en sus pretensiones y que, los incrédulos, no saben que tienen zulos repletos de armas, donde los mugalaris ven como esas armas con las que durante muchos mataron a gentes inocentes, se pudren en los montes cobardes de la vergüenza, en esos zulos donde se ha encontrado cantidad de información sobre objetivos a los que eliminar.
Un detalle muy importante y verdaderamente real ocurre el 22 de febrero de 2004, días antes de los atentados de Madrid, donde la sabandija José Antonio Urruticoechea manifestó “España se va a enterar”. Y no le faltaba razón a este asesino: ¡Nos enteramos!. Y así fue, el día 11 de marzo de 2004, el corazón de España explotó de dolor, con 192 muertos y 1500 heridos. Tantas conjeturas para regalarle la verdad a la muerte, esa que no puede hablar, esa voz silenciada por el pestillo de una puerta corroída, de un asesino que, algún día, deberá ser acusado. Porque, ¿Cómo pudo presagiar ese vil atentado con esa frase tan definitoria?. Deberá saber esta serpiente de afilados colmillos que, un atentado no hace más daño que otro, en todo caso, la magnitud de lo que puede alcanzar la maldad “es lo que causa perplejidad”. De esa frase apocalíptica y premonitoria, Josu dejó escrita la página que, los que nos consideramos demócratas y constitucionalistas, intentamos cerrar día a día, “momento a momento”... porque muchos seguimos creyendo de su implicación en el origen de los atentados del 11-M. De una tacada, consigue satisfacer su ego asesino, complacer a los que se encuentran presos y provoca las dudas necesarias para conseguir la caída del partido gobernante, máximo exponente de la lucha anti y contra-terrorista.
En la comisión que investigó los atentados del 11 de marzo, un Jefe policial aconsejó investigar “la senda de Eta” y su participación en los mismos. El defensor de los derechos humanos Josu Ternera tendría bastante que decir. En estos momentos, en el que los distintos partidos políticos se debaten entre ellos para conseguir votos y representantes, los ciudadanos nos preguntamos si la detención de Josu Ternera, enfermo de un cáncer que le ha hecho visitar el hospital en numerosas ocasiones, le hará cumplir su tiempo de condena interno en un Centro Penitenciario o si por el contrario, será ingresado en un Hospital de los pertenecientes a las penitenciarías. Pero con antelación a todo ello, se hará necesario juzgarle por los delitos cometidos y condenado. Pero no cabe la menor duda de que el caso Ternera tendrá diferentes interpretaciones y puede ser que, supuestamente, nos encontremos ante un nuevo caso Bolinaga, aquel enfermo en fase terminal y que falleció dos años después de ser puesto en libertad. Sea cual sea el fallo que dirima el futuro sucio de su vida, nunca podrá ser peor que aquel del que es protagonista, ese camino emprendido que, durante años, nos llenó de tristeza y lágrimas…