Hace un tiempo, navegando por Internet, encontré en YouTube una preciosa y vitalista canción de amor – agradable de escuchar– compuesta por el cantautor Antonio Valle, de nombre artístico “Erpeche”, e interpretada por él mismo y Mari Carmen Sierra, “Zahara”. Su título “Aire ke respiro”, daba nombre al álbum y recordándolo he querido –aunque evidentemente para un contexto distinto– adoptarlo como encabezamiento de mi artículo.
La Declaración de Estocolmo, el 5 de junio de 1972, recogió en sus 26 principios el derecho a un medio ambiente sano y fue la primera apuesta, suscrita a nivel internacional, comprometiéndose por la protección medioambiental. Entre los antecedentes que llevaron a la Declaración hay que citar “La Primavera Silenciosa” de Rachel Carson, en 1962, y el informe de Barbara Ward y Rene Dubos, titulado “Una sola Tierra: el cuidado y conservación de un pequeño planeta”.
Ese mismo año, la Asamblea General de Naciones Unidas, en su resolución de 15 de diciembre, estableció la celebración anual del Día Mundial del Medio Ambiente, todos los 5 de junio. Cada edición cuenta con un lema característico y se designa un país anfitrión. En esta ocasión se ha elegido a China, con el tema “Contaminación del aire”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que la contaminación atmosférica es la responsable de más de 7 millones de fallecimientos anuales prematuros en el mundo. El 25% son debido a afecciones coronarias, unos 2,5 millones y los ictus son responsables del 24 %, unos 1,4 millones. Asimismo, puntualiza que nueve de cada diez personas en todo el mundo están expuestas a niveles de contaminación que superan los niveles de seguridad aconsejados. En la misma línea, el vicepresidente de la FEC (Fundación Española del Corazón) afirma que “el 93% de la población española respira un aire que excede los límites considerados como peligrosos para la salud”. Asimismo la OMS culpa a la contaminación del aire de más de cien enfermedades, entre ellas: trastornos sexuales, fallos en la reproducción y tumores renales y de colon.
La contaminación del aire es debida a partículas en suspensión que lo hacen altamente nocivo, entre ellas el ozono, el dióxido de nitrógeno, el monóxido de carbono, el dióxido de azufre y los compuestos orgánicos volátiles. Tienen diferentes tamaños, pero las más peligrosas son las más pequeñas, 2,5 o menos milimicras (PM 2,5). Parece evidente – confirmado por los diagnósticos médicos – que la incorporación de estos venenos al torrente sanguíneo dan lugar a cardiopatías, insuficiencias, arritmias, tromboembolismo, ictus, arterioesclerosis y otras muchas consecuencias nocivas para la salud.
Una estimación razonable de los orígenes de la contaminación del aire, en términos porcentuales, puede ser: transporte terrestre (34%), producción de energía (17%), comercio y viviendas (14%), industria (11%), transporte no terrestre (9%), agricultura (6%) y otros (4%). Las áreas más afectadas son, evidentemente, las grandes ciudades y los núcleos de producción industrial.
Los informes anuales de calidad del aire realizados por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) recogen datos escalofriantes. Más de medio millón de fallecimientos en Europa y cerca de 40.000 en España son causados por la contaminación atmosférica. Un estudio de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III, afirma que en la última década se han contabilizado en España unas 93.000 muertes prematuras debido al aire.
600.000 Niños fallecieron en 2016 Especial importancia confiere la OMS a la afectación a la niñez y estima que en 2016 fallecieron 600.000 niños por infecciones agudas de las vías respiratorias bajas causadas por aire contaminado.
Especial importancia confiere la Organización Mundial de la Salud (OMS) a la afectación a la niñez y estima que en 2016 fallecieron 600.000 niños por infecciones agudas de las vías respiratorias bajas causadas por aire contaminado. La contaminación puede afectar asimismo a los embarazos, causando partos prematuros y natalidad con menores tamaños y pesos. Según últimas investigaciones, también produce consecuencias neurológicas, psíquicas y disminución de la capacidad cognitiva – los niños cuyos colegios están lejos de parques y entornos verdes tienen menos capacidad de aprendizaje – y asimismo puede ser causa de cáncer infantil y enfermedades asmáticas.
Es evidente que las consecuencias sobre la salud de la contaminación atmosférica también repercuten de forma significativa en la economía. Según datos del Banco Mundial el coste global de asistencia social en el mundo representa unos 5 billones de dólares anuales y refiriéndose a nuestro país más de 35.000 millones de euros, equivalentes al 3,5 % del PIB. En otro orden de cosas, de manera preocupante, se recogen estimaciones que llevarán en el 2030 a una reducción de la cuarta parte en el rendimiento de los cultivos básicos, debido a la contaminación por ozono del suelo.
35.000 millones de euros Según datos del Banco Mundial el coste global de asistencia social en el mundo representa unos 5 billones de dólares anuales y refiriéndose a nuestro país más de 35.000 millones de euros, equivalentes al 3,5 % del PIB
Este día de Medio Ambiente 2019 y su repercusión debe llevar, sin duda, a acciones que palien los fenómenos de contaminación del aire y en ello deben estar comprometidos los gobiernos, el mundo empresarial y los individuos. Por una parte, legislaciones que la limiten y favorezcan el empleo de tecnologías limpias y energías renovables, en empresas y de forma especial en el tránsito rodado. El Gobierno en España había previsto para el 2040 eliminar la venta de vehículos diesel, gasolina e híbridos. Por otra, comportamientos que restrinjan el uso abusivo del automóvil, utilizando servicios públicos movidos por energía eléctrica y caminar, en distancias razonables. Todo ello complementado con la creación de parques y zonas verdes en las ciudades.
China – anfitrión este año – parece que está interesada en avanzar en la mejora de la calidad atmosférica aunque tengamos en la retina las imágenes negativas de contaminación, tan impresionantes, de Beijing o Pekín y otras grandes ciudades. Está decidida a abanderar la utilización de nuevas tecnologías sostenibles y puede sorprender, esperanzadoramente, el dato de que – en la actualidad – el coloso chino posea la mitad de los vehículos eléctricos del mundo y 99% de los autobuses eléctricos.