Estando el otro día con mi madre, le dije entusiasmado al tener una musa revoloteando las alturas: mamá el Patio Morales fue el mejor lugar que estuve en los recuerdos de mi infancia; mi madre me dijo: … ¡pero si ya lo escribiste!
Fue la magia o el pensamiento divino pero en aquel lugar había una parte que daba al Patio Morales, ay abuela que retiraba las ropas blancas y deslumbrantes lavadas con Gior y escurridas en aquellas tablas de lebrillo siendo por testigo el jabón de lagarto.
La abuela Anica con su vestido negro recogía la caña que sostenía el cordel, cordel que se mecía como las traíñas que roneaban al paso de la almadrabeta, la abuela nos avisaba “niños no despistarse que voy a freír tostones“ que traje del Alquián.
Si la tarde era poesía cuando me decía ve a “ca Paco“ comprando onzas de chocolate Maruja para meterlos en medio bollo de pan, con las tardes que encender la bombilla agarrada por un casquillo solitario al techo era ver la cara brillante de mi hermano Juan Carlos del sudor de portar un casco simulando un “cow boy“ urbano y de la risa se cae de espaldas metiendo las piernas en un barreño con el agua limpia y fresquita esperando el jaboneo de quien llegase de terminar la faena marinera desde las claras del día.
A golpe de jaleo mi abuela gritaba ¡rayo encendido! te voy a dar una capuana como no te estés quieto, cuarenta y cuatro años que la abuela Anica se fue al cielo.
Preguntando cuando volvería a tener en la mesa “tostones, pan con chocolate, galletas y sudores a la luz de la bombilla“.
Treinta años y dos años de letras y cuarenta y cuatro años de mi vida del adiós y en la alacena de mi memoria tengo esta historia de un bello rincón que tiene Ceuta mi tierra ese Patio Morales vaya desde aquí mi homenaje a los que allí un día estuvieron y en el cielo juntos están, porque no hay día que me quede con un café con lágrimas en mi cuchara como te dije un día merendamos abuela ...
Y si tengo el recuerdo a los rincones del Patio donde de niño allí jugué llega el primer domingo de mayo y ojalá fuera un domingo como los de antes pero los años van pasando y las personas somos los navíos que navegan surcando los mares de la vida capeando temporales así como disfrutando atracando en buen puerto las alegrías de sentir la algarabía en tierra de los frutos del mar.
Treinta y cuatro años ya que me fui del hogar del que mi madre forjó con papá, un largo recorrido de vivencias donde traigo hasta el rincón de los sentimientos tantas historias que fueron alegría tristeza, sentimiento o melancolía.
Recuerdos de como la abuela conoció a mi padre cuando te roneaba los cariños de novios en el cine Cervantes, mi madre en el gallinero mi padre en el patio de butacas mirando para arriba.
El rincón de la misma pared donde una mañana de hace treinta y cuatro años lloraste con mi padre porque me había ido a vivir mi vida con todo el mundo por delante.
Llegando a pasear por el mundo que vivir más allá de las puertas de mi hogar, un camino de rosas y un laberinto de pasiones.
Navegando por mares en calma con aguas revueltas y muchos temporales pero he traído a tu puerta hasta tu regazo dos niños y una de ellas con el tiempo me ha hecho hasta abuelo.
Y hablando del abuelo Bernardo hoy traigo el comienzo de una pasión, si el jardín de los enamorados del jardín con nombre de Argentina, diera su nombre el abuelo le dijo a mi abuela que sitio más bonito he cruzado y he pensado en ti.
Va para mi madre y todas las madres del mundo una flor de las que cubren el manto del jardín que se convierte en eterno de tantísimos años de amor a la vera de los mares, a quien les escucho decir ; ¡te lo juro por mamá!
Por eso te digo mamá antes que te vayas algún día aun jardín donde culmine tu alma una rosa, déjame escuchar las historias en el desayuno, historias tan bonitas y que me agarre el puño aguantando el genio emocionado, para que vuelvan a la mesa otros treinta años y manejarme sin olvidar el jardín de la Argentina, la rosa más bonita que encontrara el abuelo Bernardo para la abuela Anica.
Así que recordando mis abuelos y los rincones del Patio Morales, viva Rosi Casas, la madre que me parió, la abuela de Ceuta, vaya donde vaya cada mañana orgullo caballa sólo te pido hasta el último aliento de nuestras vidas que con tu cariño me sobra y basta.