Enfundados en traje de neopreno. La meta puesta en la península y la forma de pase buscada en alguno de los barcos que une Ceuta con Algeciras y que debía aportar el camuflaje perfecto. Eso es lo que pensaban los ocho inmigrantes magrebíes que esta tarde han sido interceptados en el puerto, después de llegar a nado hasta el buque Milenium. Para hacer este recorrido primero pudieron posicionarse frente al barco, después llegar a nado y subir por una escalera teniendo como último pase ocultarse en el barco que debía zarpar a la península. No pudo ser. La Policía Portuaria y la Guardia Civil terminaron haciéndose cargo del grupo después de que tuvieran que ser sacados del agua por los GEAS, ya que no querían salir por su propia voluntad.
A plena luz del día intentaban escapar de Ceuta en una acción que ya se ha convertido en una rutina. Marroquíes y argelinos repiten estas prácticas con la idea de alcanzar el otro lado, buscando las escapadas que les pueden resultar más fáciles aunque no siempre fructifican en el resultado que ellos esperan.
La intervención de ese segundo día de 2019 viene a demostrar que la presión migratoria sobre el escenario portuario no varía. Ni lo va a hacer. El puerto se ha convertido en esa segunda frontera de Ceuta a donde acuden los inmigrantes con la idea de escapar y lo intentan de todas las maneras: casi siempre como nadadores para llegar a los buques, pero también escondiéndose en las cargas de los camiones. De cualquier manera.
Patrullas continuadas por la zona
A los intentos de fuga de esta manera se suma la presencia permanente de más inmigrantes por la avenida portuaria. La Policía Portuaria solo puede instarles a que no estén por la zona, sobre todo ante las denuncias y protestas de los comercios. Pero ahí termina. En el fondo esto es como la escenificación de una particular peonza que da vueltas por el mismo sitio. La presencia policial los aparta de unas zonas para que terminen yendo a otras. Si ahora, con el periodo navideño, la obsesión es que no estén cerca de los locales comerciales, en unos días, con el punto y final a las fiestas, estarán por otro lugar. Y así en un círculo que da vueltas sin encontrar el cierre final.