Parece que a las autoridades les gusta eso de los extremos. También en el plano urbanístico. Así pasamos de temporadas en las que no se lleva a cabo ninguna obra a otras en las que se decide poner el pistoletazo de salida en ‘modo común’. Ahora estamos en uno de esos momentos. Sí, faltan pocos meses para las elecciones, pero la clase política nos dice que somos mal pensados si creemos que esta locura de obras tiene algo que ver con la petición de votos. El hecho es que no solo se combinan actuaciones al mismo tiempo sino que estas conviven con un mal estado, en general, de muchas zonas de la ciudad. Dejemos la gloriosa Gran Vía de lado. Yo soy una de esas que pensó que no era el momento de esta gran actuación, por mucho que ‘la secta’ nos dijera que urgía para la recuperación económica del lugar. Quizá esa recuperación llegue cuando hayan tenido que cerrar varios negocios, porque ni siquiera se les puede visitar y porque seguimos soportando los males endémicos que hacen que los empresarios no puedan levantar cabeza. Hay barriadas convertidas en ratonera desde hace meses y otras a las que no se les tiene ni consideración y se les cierra la única vía rápida de comunicación con el centro. Esto está pasando en San Antonio, pero a la Ciudad le debe dar igual. Quizá no le dé cuando suceda alguna emergencia y Bomberos y ambulancias tengan que subir dando la vuelta al Hacho y atravesando, ahora, unas carreteras en las que ha habido derrumbes por las lluvias sin que todavía se hayan retirado piedras y barro. Les aseguro que será difícil llegar a tiempo. Pero da igual. Con una obra parada durante dos semanas y una excusa de que había que asfaltar la carretera antes de abrirla, tienen a familias con niños pequeños y a personas mayores con una única vía permitida: la ruta de la fortaleza. Pero seguimos, porque casos hay los que quieran detenerse a contar. San Amaro, Príncipe, Tarajal... las actuaciones avanzan en modo lento, queriendo visibilizar acciones sin previsión alguna ya que hay zonas en las que se está levantando el pavimento para hacer obra cuando había sido colocado hacía unos meses. Deshacer lo antes hecho por... ¿qué razón? Al ciudadano no hay que crearle más perjuicios de los que ya puede tener en su día a día, salvo que los intereses sean otros bien distintos a los que adornan la cartelería con la que, de manera oficial, nos aseguran que bien se preocupan por nosotros.