Objetivo: Siria

Las fuerzas de seguridad trabajan con cautela y coordinadas en torno a la auténtica sangría abierta con la marcha de españoles ceutíes a Siria. Desde que en abril del pasado año, la marcha de tres jóvenes ceutíes hizo saltar las alarmas en un mismo foco: el Príncipe, no ha cesado el camino de españoles y marroquíes hacia las mismas tierras y con el mismo objetivo, combatir a las tropas de Al Assad. La confirmación meses después de la muerte de los tres jóvenes y la difusión de un video por internet que confirmaba cómo se desencadenó el fallecimiento de uno de ellos, el taxista Rachid, al frente de un camión que terminó por explosionar con una base, no ha hecho sino aumentar la captación de jóvenes tanto en Ceuta como en la vecina localidad de Castillejos. Si se hace mención a las marchas que se están produciendo desde Tetuán o Tánger, las cifras son incontables.
Nada es casual en este fenómeno, todo obedece a una situación orquestada y bien pensada por la organización que se dedica a la captación de las personas que marcharán a tierras sirias. Los pequeños enlaces que funcionan en la vecina Castillejos y en Ceuta, en donde se organizan reuniones y se imparten charlas de elevado carácter radical, son sólo el último eslabón de una red mucho más amplia, con una pirámide en la que, de forma esperpéntica, se entremezcla la religión llevada al extremismo con la delincuencia pura y dura. Las fuerzas de seguridad sospechan hace tiempo de personas con nombre y apellidos, viejos conocidos incluso de la justicia. Ex delincuentes, si es que dejaron alguna vez aquella vinculación, que probaron pena carcelaria y que han estado relacionados con el tráfico de hachís o incluso el de vehículos robados. Curiosamente dos negocios delictivos que sustentan el terrorismo radical.
Las fuerzas de seguridad trabajan despacio, unidas, con el peso de famosas operaciones encima de sus mentes. La Duna, la Tigris… dejaron atrás mucho trabajo pero ninguna efectividad. Esos resultados están ahí, como la peor de las pesadillas para quienes investigan un asunto que sale de la intervención pura y dura de agentes ceutíes. El terrorismo y su investigación no tienen barreras y la preocupación llega hasta Europa. ¿Pero quiénes son los que han terminado por convertir Ceuta y el norte del Magreb en un auténtico foco de captaciones? Se trata de individuos bien coordinados que trabajan bajo las órdenes de quienes, desde la pirámide, hacen sus continuos viajes desde Europa a Ceuta antes de que se produzcan las marchas. Son los autores intelectuales de lo que otros ejecutan. España, al igual que Marruecos, está preocupada por lo que está sucediendo aquí, a la vista de todos.
A la marcha de los tres únicos ceutíes de los que se tiene conocimiento de su muerte, se han sumado más en cadena. Una de ellas la del adolescente Nordine, el único menor. A éste le han seguido más jóvenes, que han dejado atrás familia. Los últimos de los que se ha tenido constancia han sido dos jóvenes del Príncipe, cuya marcha, producida entre el jueves y viernes pasado, ha sido ya denunciada por sus familiares. Se ha sabido que no fueron solos, les acompañaron otros dos jóvenes, también del Príncipe, cuya desaparición no ha sido denunciada. En uno de los casos se trata de un joven huérfano, circunstancia que habría provocado que hasta el momento no se hubiera interpuesto denuncia. La cuenta asciende: las fuerzas de seguridad saben de la marcha de estos 9 ceutíes, todos ellos en tierras sirias ya. Esas son al menos las confirmadas. En el barrio, depende el sitio por donde te muevas, hay quienes alegremente informan de que uno de sus familiares también se ha marchado. Es el efecto que provoca esta situación. No se trata de informaciones buenas, son simples referencias inventadas de las que echan mano adolescentes que ven ya a los que están en Siria como auténticos héroes. En la vecina Castillejos la cifra es mucho mayor. A la vez que marchaban estos cuatro ceutíes, marcharon otros jóvenes de dicha localidad. Todos ellos, se sospecha, movidos por la misma red de captación. Al igual que los cuatro marroquíes con residencia en España que partieron hace unas semanas a Siria vía Casablanca.
Esta situación genera un ambiente tenso, una sensación de impotencia de la que buena parte de los vecinos del Príncipe evita hablar. Es lógico, ¿van a hablar ellos si los llamados líderes religiosos de la ciudad callan o difunden débiles titulares no acordes con la gravedad del problema que se está produciendo? Quienes no quieren saber, evitan acudir a las zonas de reunión en donde hay quienes intentan hacer calar el mensaje más radical. Un mensaje en el que la captación se une a la extensión de ideas basadas en el rechazo a instituciones como la Policía, de ahí que algunos episodios de apedreamientos producidos han sido alentados por quienes quieren imponer este tipo de conocimiento.
Las fuerzas de seguridad avanzan en sus investigaciones sin reparo a que se conozca públicamente en la barriada recientes visitas en las que se ha interrogado a más de una persona. Son situaciones graves que, vividas dentro de una barriada como el Príncipe, parecen asumirse con normalidad. Con la misma sorprendente normalidad con la que una adolescente te para para contarte sus inquietudes y te dice que ayer, a plena luz del día, vio a un encapuchado con una pistola pasar por su barriada. Lo vio, éste marchó y ella siguió leyendo su libro.