Una música celestial se escuchaba en mi interior. No podía precisar lo que decía, pero si te puedo decir que me relajaba.
Era tan feliz, que sentía que me salía de mis adentros y no quería escuchar ninguna estupidez que pudiera provenir de otro lugar que no fuera dentro de mi.
Mi disc jockey particular conocía mis gustos y creo que por ese motivo daba siempre en el clavo, dándole esa marcha que me hacía falta o esa quietud, en otras circunstancias.
La opinión de mis congéneres no me importaba, como dicen las maleducadas de este lugar: “me resbalan los tres pelos del chichi”.
Desperté viendo las inquietudes de unos amigos y la singularidad de la previsión de un futuro tan incierto como apetecible.
Esos días tan deseados que a muchos les crea tal felicidad, que será el estandarte para poder pasar esos momentos de intranquilidad que habrá en su puesto de trabajo.
Al mando se lleva los recuerdos de las anteriores vacaciones donde ese cúmulo de eventos, propician un mundo paralelo que nos embarca en una nube, tan especial, que somos unos niños chicos, mimados por nuestros seres queridos.
Miro a los ojos de mi perrito y el sí sé lo que me quiere decir: “estoy aburrido”, es cuando salgo del cuarto y busco su nuevo juguete, que no haya roto, y le lo lanzo para que vaya por el, y después de los encontronazos para que me dé, el mismo, puedo nuevamente lanzarle su reclamo, de una atención, que solo la tendré por dos motivos, cuando desee ir a la calle o quiera comer.
Pero toca salir del encierro y ahora debo de retomar el camino, cogido de la mano de lo que más quiero, mi querido hijo, ese tan indefenso como un nene recién nacido, solo que pesa muchísimo más, pero que se quiere con más intensidad que cualquier cosa de este mundo.
Y bajando las escaleras vienen ideas del otro lado donde veo reír y disfrutar a mi “nene”, y eso me hace tan feliz que acelero la marcha hacia ese mundo real que me da tantos palos, como oxígeno debo de inhalar, para poder subsistir en este valle de lágrimas
Y el camino se muestra andando, y eso es lo que hago, para hacer una vida saludable y quemar todo lo que me llevado hacia nuestra boca, que es la razón por la que debemos de seguir esa senda, que no lleva al sedentarismo, sino a dar movimiento, a nuestras extremidades inferiores y diciendo: “quién mueve las piernas, mueve el corazón”.
Y así llegamos hasta la nueva ingesta y ese reposo, que solo es parado por unas nuevas obligaciones.
Pero de todos modos debemos de dar las gracias a Nuestro Dios, por ver y sentir un nuevo día.
¡Hasta mañana!.