El periodista marroquí Omar Radi, que cumple una condena de seis años de prisión por violación y espionaje, ha sido condenado de nuevo a tres meses de prisión por "ebriedad en público" y "violencia" en un caso que se remonta a junio del 2020, informó a Efe su abogado, Milud Qandil.
El veredicto lo pronunció el Tribunal de Primera Instancia de Casablanca, al sur de Rabat, que sentenció tanto a Radi como a su colega Imad Stitou, también periodista y que recibió la misma condena, por los delitos de "ebriedad en público", "violencia" e "insultos".
Asimismo, los dos informadores han sido condenados a pagar una multa de 1.000 dirhams (94 euros). Sin embargo, se trata en ambos casos de una condena "en suspensión", lo que significa que no tendrán que cumplirla en la cárcel.
Este caso remonta al 5 de junio del 2020, cuando los dos periodistas se pelearon con un cámara del portal informativo "Chouf TV" y su esposa, que les seguían en la ciudad de Casablanca para fotografiarlos sin su permiso.
El tribunal condenó también en la misma sentencia al reportero de "Chouf TV" y a su mujer a dos meses de prisión con suspensión y una multa de 500 dirhams (47 euros) por fotografiar a personas sin su consentimiento.
El pasado 19 de julio, el Tribunal de Apelación de Casablanca condenó a Radi a seis años de cárcel por la violación de su colega Hafsa Boutahar -relación que él asegura que era consentida- y espionaje a favor de gobiernos occidentales, mientras que Stitou ha sido condenado a un año, la mitad de él en suspensión, por no denunciar la agresión sexual.
Radi, en detención desde el 29 de julio del año pasado, es precisamente uno de los protagonistas de la investigación periodística revelada el mes pasado por un consorcio de medios europeos y americanos sobre el uso del programa Pegasus, desarrollado por la sociedad israelí NSO, para espiar a periodistas y opositores a través de sus teléfonos móviles.
Este periodista es uno de los marroquíes cuyo nombre figura en la lista de los reporteros supuestamente espiados por su propio Gobierno, aunque el Ejecutivo de Rabat negó tales prácticas.