El cierre de la
frontera que separa Ceuta de
Marruecos ha servido para algo positivo: acelerar las obras de remodelación a uno y otro lado del paso. Así, mientras en la ciudad autónoma se hace un lavado intenso a la cara que ofrecía el Tarajal, en Marruecos se está actuando cambiando todo el espacio fronterizo con espacios dignos. Porque lo que había antes no lo era y por donde tenían que pasar las personas para cruzar a uno u otro lado constituía una auténtica tortura.
La nueva cara de esa frontera de Bab Sebta ya ha sido mostrada en el lado marroquí. Nada que ver con lo que había y solo un avance de este paso fronterizo cuya apertura es una incógnita. En Ceuta también se trabaja pretendiendo convertir la línea en un paso inteligente con reconocimiento facial y registro de todo el que entra y sale. Es decir, el objetivo es terminar con la frontera coladero que ha existido hasta la fecha, en donde era imposible saber quién entraba y quién salía o cuánta droga podía entrar y salir. Su cierre, de hecho, ha sido una tortura para los traficantes que buscan mil maneras de colar la mercancía, incluso usando los narcodrones.
Las autoridades del vecino país aceleran las obras de su lado fronterizo como, de igual manera, han reactivado las actuaciones en la zona industrial que quiere ubicarse en Castillejos para crear un polígono que dé trabajo a la gente del norte. Un polígono cuyo crecimiento tiene lugar a la vez que la muerte del del Tarajal, que ya tuvo su primera estocada con el cierre del Tarajal II a lo que le siguió la clausura fronteriza.
Cuándo abrirá la frontera. Pues esa es la gran duda, aunque cuando lo haga nada volverá a ser como antes. Ni el tránsito de personas ni el de mercancías. Habrá un registro exhaustivo y se pretende que todo el que cruce pueda verificar el interés que motiva su entrada, en el caso de los trabajadores con su contrato de trabajo.