Ánimos caldeados, cánticos tribales y mucha presión. Los subsaharianos que mañana cumplirán con dos semanas de protestas plantaron cara, ayer, al delegado del Gobierno y a su resolución.
Conforme acudían a las dependencias de la Jefatura Superior e iban firmando el ‘recibí’ para obtener la copia de 6 folios en los que se marcan los límites de sus concentraciones y protestas, crecía el mal ambiente entre el grupo, dominado, como ocurre desde el primer día de protestas, por los mismos subsaharianos.
Ni los consejos de los policías, ni los intentos de algunos presentes por informarles de lo que estaban firmando sirvieron para hacerles cambiar de actitud. Así, ante los propios agentes de Extranjería y de la UCRIF que estaban entregándoles las copias, los subsaharianos comenzaron a gritar y se afanaron en la rotura de los papeles recién entregados. Lo hicieron ante los ojos de los agentes que mostraban signos de preocupación y después de que el propio jefe superior contemplara la escena desde el interior de la Jefatura, sin llegar a ‘pisar el asfalto’. Hubo un amago de intervención policial después de que varios agentes se colocaran los cascos, que quedó en un mero símbolo. Tras romper y arrojar los papeles al suelo, los inmigrantes encabezaron otra manifestación a pleno grito desde el Paseo de Colón hasta la plaza de los Reyes. “Nos vamos a quedar aquí, así hasta la muerte”, gritaban, aderazando sus discursos con las palabras de ‘libertad’, ‘Guantánamo’ y ‘Gobierno racista’. Escoltados por los agentes policiales acudieron, a gritos, hasta las puertas de la casa del delegado, en donde desplegaron una pancarta exigiendo su salida.
La gestión de la crisis que ha llevado a cabo la administración enojaba no sólo a los inmigrantes, que llegaron a denunciar, a gritos, la “manipulación” del Gobierno, diciendo que les “habían mentido”. También molestaba a algunos policías nacionales, que reprobaban por lo bajini la forma de gestión que se estaba dando a la llamada ‘crisis subsahariana’. Sobre todo por la tardanza en la adopción de medidas, que no ha hecho sino “hacer que los problemas sean mayores y la población esté muy molesta”.
Esa molestía entre la población fue palpable tanto a las puertas de la Jefatura como en el entorno de los Reyes, reproduciéndose testimonios variados de gente que apoyaba las críticas de los inmigrantes y otra que no.
El hecho es que el enfrentamiento de opiniones está en la calle al igual que la rebelión de los propios subsaharianos contra la resolución dictada por la Delegación del Gobierno en la que se concluye que las fuerzas de seguridad deben “suspender” y en su caso “disolver la concentración y la manifestación que este grupo” de subsaharianos “se encuentra realizando” al no estar “ejercitando un derecho en forma legítima y además” por “alterar el orden público con peligro para personas y bienes”, señala el documento oficial firmado por Chacón.
Es ahora la Policía Nacional la que debe ejecutar dicha resolución, por eso, según advirtieron fuentes de la Delegación, queda en manos de los mandos del Cuerpo la determinación de disolver las concentraciones que se lleven a cabo. Durante la mañana de ayer no lo hicieron ya que, se consideró, no hubo alteración. Los inmigrantes saben, porque la Policía se lo ha dicho, que están llevando a cabo actuaciones que pueden provocar una intervención de esta índole.