Lo malo no es que nos cuenten mentiras y patrañas. Ni siquiera que ellos se crean sus propias mentiras e infundios. Lo malo, acaso lo peor, es que traten de que nosotros nos las creamos. En otras palabras, que nos tomen por tontos. Eso sí que no. Un tal Abdelwahab Abdeselam –y no sólo es él–, responsable de un centro coránico, dice con todo desparpajo que “queremos enseñarles que a través del Islam podemos llegar a la convivencia, el respeto y el cariño. Les enseñamos el concepto islámico de vecindad, por el que quien vive cerca de ti es mucho más que un vecino, casi como un hermano”. Si ése es un “concepto islámico”, entonces, ¿por qué los cristianos no son autorizados a edificar sus templos religiosos en los países islámicos?; entonces, ¿por qué los cristianos no son autorizados a restaurar los templos que se caen de puro viejos?; entonces, ¿por qué los cristianos no pueden practicar públicamente su culto en los países islámicos?; entonces, ¿por qué los cristianos son asesinados en los países islámicos por el mero hecho de serlo?; entonces, ¿por qué los cristianos tienen que abandonar los países islámicos en donde han nacido? Entonces, ¿por qué…?
Ya empezamos a estar cansados de oír siempre las mismas historias sobre que el Islam es tolerante, que es respetuoso con otras confesiones y demás cantinelas.
No insistan, por favor. Si en verdad creen lo que dicen, escriban y hagan una campaña mundial para que en los países islámicos se les permita a los creyentes de las demás confesiones practicar públicamente sus cultos y exhibir sus símbolos religiosos sin ningún impedimento, pero ya está bien de palabras, de charlatanes y de bla, bla, bla. Vayan a Arabia, a Irán, a Irak, a Nigeria, a Pakistán, a Afganistán, a Indonesia, a Yemen, etcétera, y díganles que como el Islam es muy tolerante pues que les permitan a otras confesiones edificar templos y que los fieles de esas confesiones puedan practicar públicamente sus cultos y puedan exhibir sus símbolos religiosos.
Cuando hagan tal cosa entonces les creeremos sus prédicas. Pero no nos cansen más con esas historias que no se las cree nadie. Que no nos sigan torturando.
No insistan, pues no nos van a convencer. Cuando repiten una y otra vez, machaconamente, que el Islam es tolerante parece ser que, en realidad, no están tan seguros de lo que dicen. Si lo estuvieran, y ello fuera cierto, no necesitarían repetirlo cada vez que abren la boca.
Sabemos leer y estamos al tanto del comportamiento deleznable que se les da en los países islámicos a los que no son musulmanes. Son ciudadanos de ínfima categoría, que carecen de los derechos que poseen los otros ciudadanos islámicos. Ya está bien. No insistan. Pónganse manos a la obra, pero déjense ya de patrañas y no nos tomen más por tontos. No, hombre, no. Ya está bien. Ya hemos leído lo que dijo ese imán, que no tiene pelos en la lengua, cuando lo entrevistaron en La Razón: “Nosotros tenemos la religión verdadera. Ustedes no. Nosotros no podemos dar entrada a la religión de ustedes, que es falsa, en nuestro país”. No nos tomen más por tontos. Ya está bien. Hagan lo que crean conveniente, pero déjense ya de tolerancia, de convivencia y demás falacias.
“¡Combatid a quienes no creen en Dios ni en el último Día ni prohíben lo que Dios y su Enviado prohíben, (a quienes no practican la religión de la verdad entre aquellos a quienes fue dado el Libro! Combatidlos hasta que paguen la capitación por su propia mano y ellos estén humillados.)”, Azora 9, 29. “¿Cuántos pueblos –más fuertes que tu pueblo, Mahoma, que te ha expulsado– hemos aniquilado! No tuvieron defensor”, Azora 47, 14/13. No se puede –no se debe– manipular la realidad para hacerla grata a los ojos de los ingenuos