El Gobierno de España califica de hito histórico que el pasado 27 de enero una furgoneta de Almacenes Bentolila cargada con papel higiénico y otros productos de cuidado personal cruzara a Marruecos desde Ceuta. No cuenta las horas que tardó en pasar al vecino país, tampoco las piedras en el camino que se esquivaron para su regreso.
Esa imagen, dice el ministro José Manuel Albares, ha marcado un antes y un después en las relaciones entre fronteras. Lo ha debido hacer aunque no se haya vuelto a repetir.
De aquel día histórico que se tejió de espaldas a los medios de comunicación se ha pasado a la espera. Esa normalización a la que aspira el ministro Albares parece no llegar con tanta rapidez a la aduana comercial que ha entrado en un particular congelador, sin mayores movimientos que los experimentados en lo que se bautizó como ‘prueba piloto’.
El punto 42 de la declaración conjunta nacida de la reunión de alto nivel celebrada entre el 1 y 2 de febrero recoge textualmente que “las dos partes reiteran su compromiso con la plena normalización de la circulación de personas y mercancías de manera ordenada, incluyendo los dispositivos adecuados de control aduanero y de personas a nivel terrestre y marítimo. Las partes tienen en cuenta las conclusiones de la prueba piloto del 27 de enero y continuarán esta serie de pruebas según el calendario acordado para superar cualquier posible eventualidad”.
¿Qué significa esto? Lo que cada uno pueda interpretar porque ni se habla de fechas ni se marca un calendario público para conocimiento de los empresarios sobre las fórmulas que deben seguirse en busca de esa normalización aspirada.
Dice el Gobierno de España que no quiere más avalanchas ni tampoco tragedias en las fronteras. No publica las fechas para, precisamente, evitar entradas masivas si se conoce el periodo en que las restricciones dejarían de ser efectivas. Pero tampoco se tiene claro, o al menos no se dice, cómo quedará el tránsito de personas o si se seguirá exigiendo el visado como reclama el Gobierno de Ceuta. Tampoco se concreta si se ha decidido relajar dicha medida.
Frente a este panorama hay otra visión de la que nadie habla: la que se produce al otro lado del Tarajal.
Cada vez es mayor la desesperación que anida entre la población marroquí carente de cualquier tipo de oportunidad. Sucede sobre todo en la zona norte, en puntos como Castillejos, en donde su juventud vivía única y exclusivamente del tráfico comercial fronterizo. Un yacimiento económico que terminó con el cierre por la pandemia y que nunca volverá tal y como se entendía antiguamente, con un porteo que terminaba generando el caos.
A esa anulación se suma la imposibilidad de acceder a Ceuta si no se dispone de un visado y esto se ha traducido en un incremento de la presión de entradas por mar y de las muertes.
En muchas ocasiones, lo que se disfraza de inmigración por parte del Ministerio del Interior no es más que la huida desesperada de jóvenes del norte de Marruecos que no aspiran a marcharse a la Península sino que quieren vivir en Ceuta para seguir mandando dinero a sus familias nutriéndose del mercado laboral clandestino. Aquella famosa cola del paro de Hadú o los trabajos buscados en empresas que nunca son controladas, que abren sus negocios de la noche a la mañana y que cuentan con este tipo de mano de obra, bebían de esa juventud que topa ahora con un muro fronterizo.
Ese grito desesperado al otro lado del Tarajal, esas preguntas constantes que se trasladan desde Marruecos sobre cuándo abrirá la frontera para todos, supone el germen de un auténtico problema que puede explotar.
Los bulos han llevado a la organización de intentos de entrada coincidiendo con periodos de celebración de fiestas navideñas. Todos eran falsos, pero vinieron a reflejar la cantidad de personas que están dispuestas a acceder a diario a Ceuta si vuelve a normalizarse la medida de antes, eliminando el condicionante del visado. El Gobierno local no lo quiere y pone por delante la bajada en asistencia de partos en el hospital o la mejora del turismo. Lo que nadie cuenta es el incremento de muertes por la cantidad de jóvenes ahogados bordeando los espigones fronterizos.
Y la frontera. Sobre la normalización no se ha concretado una agenda, un calendario, pero sí que se insiste en que irá paso a paso para evitar escenas del pasado.
Una prueba en Ceuta. En el caso de Ceuta solo se ha hecho una prueba, la del día 27, sin que se informe con claridad cuándo se harán más tráficos y qué protocolo se tiene que seguir por parte de los empresarios que opten a ello.
Tráfico de personas. El Gobierno local mantiene que se continúe con las restricciones mientras que desde Madrid se mira el tope legal que puede existir.
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