Desde los primeros años del movimiento feminista, la imagen y, concretamente la indumentaria que viste la mujer musulmana, ha sufrido gravísimos ataques y criticas. Este enfoque ha estado marcado por estereotipos y por una verdadera falta de conocimiento, que nada tienen que ver con la realidad que vive la mujer que lleva el hiyab o velo islámico, es decir, la mujer musulmana.
Según algunas mujeres "liberadas", el Hiyab no solo cubre la cabeza, sino también la mente, el deseo y el intelecto. Dicen que nuestra ética de vestir es atrasada y retrograda, y que no nos deja ser productivas. Ante esta nociva idea, me gustaría aclarar la misma no desde un punto de vista eminentemente islámico sino desde una visión puramente académica y autorizada. En este sentido, afirma Bernabé López García, catedrático de Historia del Islam Contemporáneo del Departamento de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid, que la interpretación del 'hiyab' como "símbolo de sumisión" es una "interpretación de nuestra cultura" y subraya que "en determinadas sociedades musulmanas es percibido, incluso, como una forma de protección contra el machismo imperante". Por ello a diferencia de lo que pregona la tradición occidental, la mujer según el Corán debe llevar el velo como protección, esencialmente desde su propia libertad y voluntad, y nunca como signo de sometimiento, ni para mostrar la autoridad del hombre.
A partir de ahí hay una auténtica casuística en el uso del Hiyab, configurándose como vestimenta o pañuelo que las mujeres musulmanas utilizan para cubrir sus cabellos y, a veces, su cuello. Esta prenda deja totalmente al descubierto el óvalo de la cara. Su tamaño, color y colocación depende de las costumbres de cada comunidad, de cada país, así como de la intención de quien lo luce. Lo mismo puede decirse de las prendas que lo complementan.
Tal y como destaca el experto Jordi Moreras, el Islam es un mundo y como tal es muy diverso y plural. Cuando hablamos de la mujer y el uso del velo en Europa, él extrae una conclusión muy acertada: “pensamos que una musulmana sin velo es moderna y su identidad religiosa es débil, pero una con hiyab es sinónimo de falta de integración. Somos nosotros los que establecemos los criterios”.
Si es una decisión libre y voluntaria, y el uso del hiyab a muchas mujeres les ha permitido emanciparse como seres humanos independientes, ¿dónde está el problema?, y alguien en nuestra querida ciudad puede negar que haya mujeres con velo que interactúan en nuestra sociedad, trabajan, estudian y se mezclan, con sus iguales masculinos sin problemas, preservando su integridad.