El suceso del coche kamikaze que logró saltarse los controles de la frontera del Tarajal la tarde de este martes no es, por desgracia, un caso aislado. No es al primera vez que en este medio tenemos que recoger un hecho de similares características, donde con un vehículo, al margen de la ley, decide cruzar este paso fronterizo sin acatar los controles de acceso a nuestro país.
En esta ocasión, tras el registro llevado a cabo por las autoridades, no se encontró nada sospechoso en su interior, pero, ¿que hubiera pasado si sí tuviera ‘algo sospechoso’ en su interior? Probablemente estaríamos lamentando un mal mayor y copando las portadas de todos los medios.
El hecho de que no haya pasado nada grave no quiere decir que no se tenga que poner remedio ante un hecho sumamente grave y que deja ver, una vez más, las carencias estructurales que tiene la frontera del Tarajal.
En un tiempo donde nuestro país se encuentra bajo una alerta 4 por terrorismo, no se puede consentir que un simple vehículo, un coche normal y corriente, sea capaz de saltarse no uno, sino dos controles policiales y consiga, no sólo ingresar de manera violenta a territorio español, sino que logre llegar hasta la altura de la playa del Chorrillo, en pleno casco urbano de Ceuta.
Normal no es. Ceuta no puede tener una frontera con tantas carencias que repercute, de manera directa, a su seguridad.