Dices que tienes tus criterios bien arraigados y que no son cualquier cosa. Repasas mentalmente tus años de preparación y te sientes satisfechos de ellos porque trabajaste con ahínco, te privaste de algunos caprichos y ahora crees estar en condiciones de que todo el mundo. el que te rodea, reconozca tus méritos y que te dejen actuar a tu aire porque crees que todo lo que hagas lo harás bien. Bueno, no hay que poner en duda tu capacidad profesional pero la vida es mucho más amplia de lo que cada cual pueda pensar. La vida proporciona muchas sorpresas.
Una de esas sorpresas es que tú puedes hacer mucho más que lo que habías pensado. Tú te habías valorado a ti mismo, pero esa valoración lo era, lo repito, para ti mismo y no habías tenido en cuenta todo cuanto hay fuera de tu mente y, especialmente, de tu corazón, de ese caminar propio del alma que acierta a ver mucho más que la inteligencia interesada en proyectos personales y, en cierto modo, egoístas.. Has tenido cerradas las puertas de tu conciencia. de tu verdadero ser, de la humanidad que habita en ti mismo y que te hace sensible al amor y a la justicia.
Vive con las puertas de tu alma abiertas, completamente abiertas para todo lo que hay en el mundo y que, de alguna forma, te corresponde atender. Estamos unidos por el amor del alma a todo cuanto acontece; a todo ello le hemos de dar, cuando menos, una sincera atención que llene de preocupación nuestro sentir del alma y trabajar en todo aquello que nos sea posible, librándonos de egoísmos y falsas interpretaciones. Toda persona debe dar mucho más de sí misma y gozar con la sinceridad de su mente y de su corazón.
No debes caminar sólo en la vida, por mucha confianza que tengas en ti mismo; si lo haces, porque eso crees que es lo mejor para ti mismo, te llevarás desilusiones mayúsculas, incluso en aquellos caminos que creías conocer a la perfección. Los caminos de la vida varían sensiblemente con una rapidez muy grande y verás, en cada uno de ellos, gente que necesita ayuda seriamente. No se trata de un paseo intrascendente, sino del de tu vida, de la de cada persona en concreto y en ese caminar no se deben cometer errores y evitar que otros los cometan.
Abre las puertas de tu alma, quienquiera que seas. Ábrete a toda aquella otra persona que sufre - por lo que sea -y lleva a su alma el consuelo del amor. Lo necesita ella y tú mismo porque sufrirás por mantener cerradas esas puertas que te condenan al egoísmo y que resulta insufrible. Tú, como cualquier otra persona, puedes dar mucho más y ganar en sinceridad infinitamente. Lo sabes por experiencia porque en alguna ocasión caminaste junto a alguien que se encontraba desorientado en la vida y encontraba muchas puertas cerradas. No cierres la tuya.