La situación sobrevenida tras la entrada de miles de marroquíes ha superado a todos. Lo superó cuando se estaba produciendo en mayo y lo sigue superando ahora, cuando ha pasado más de un mes. Por aquel entonces Ceuta fue objetivo número uno de todos los medios de comunicación, quizá hasta la saciedad, porque se buscaban en exceso detalles que no aportaban nada a lo que realmente se tenía que trasladar: que Ceuta había quedado completamente desestabilizada y que urgían medios para atender a tantas miles de personas llegadas con lo puesto, entre ellas muchísimos menores.
Más de un mes después, Ceuta sigue intentando asumir una situación que se le ha ido de las manos completamente, carente de recursos para hacer frente a los adultos y menores que se encuentran aquí. Y para esto las soluciones deben ser inmediatas porque ya se ha perdido demasiado tiempo en gestiones sin dar con la tecla para acelerar los procedimientos. A estas alturas de la situación no se puede estar pidiendo unos apoyos que no llegan, esos refuerzos deberían ser un hecho para avanzar en las gestiones necesarias. El problema clave es que se olviden de Ceuta, como suele pasar, y que ahora convirtamos esto en un concurso de plañideras, de ver quién llora más o menos, de ver cómo se repiten las peticiones a diario sobre lo mismo.
Ceuta no tiene medios para hacerse cargo de más de 1.000 menores que, por cierto, tendrán que ser escolarizados cumpliéndose con las leyes y las normas establecidas. Si no tenemos colegios suficientes, cómo se va a disponer de medios para atender a una población extra, cómo se va a garantizar el cumplimiento de todas las medidas que por ley deben acatarse cuando Ceuta está desbordada y la única respuesta de las comunidades autónomas ha sido la de aceptar a 200 menores.
Con la población adulta la situación es complicada, aunque menos delicada que con los menores, pero existe y de nada sirven las recomendaciones si tampoco se actúa para desbloquear la situación que nos lleva a un grave problema de salud pública y de bloqueo de los recursos de los que dispone la administración.
Que se olvide Ceuta es lo peor que le puede suceder a una ciudad que arrastra las consecuencias de una situación que, como reconoce la delegada del Gobierno, nunca se pudo prever pero que está ahí. Y eso es lo que se está en riesgo de padecer: un olvido demoledor.
Ceuta ya está olvidada. Fue en el momento que dejaron de salir noticias de ella en la Sexta, Telecinco y Antena Tres.
Todo el verano va a ser así, así como el otoño. Quizás por enero o febrero la cosa empiece a cambiar.
Ceuta es una cárcel para inmigrantes y MENAS, con el fin de retenerlos aquí y que no estén por el paseo marítimo de Málaga, por Almuñécar, Cartagena o Valencia.