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“No hay que perder la esperanza, es el alimento para vivir cada segundo”

Dos años después de ser liberado tras un cautiverio a manos de los guerrilleros de las FARC que duró casi 12 años y a punto estuvo de costarle la vida el general Luis Mendieta contó sus vivencias en una charla

Con una dramática experiencia vital a las espaldas pero con un talante siempre optimista y esperanzador. Así llegó ayer a Ceuta Luis Herlindo Mendieta, General de las Fuerzas Armadas de Colombia, para impartir una conferencia en el Salón de Actos del Palacio Autonómico en la que ahondó en su experiencia como secuestrado de la guerrilla de las FARC durante cerca de doce años y en la necesidad de unir fuerzas para acabar con el narcotráfico y el terrorismo.
–Ha venido a Ceuta para hablar de ‘Paz, narcotráfico y terrorismo’. ¿Confía en que, algún día, logremos erradicar los dos últimos términos y nos podamos quedar única y exclusivamente con el primero?
–Todo el mundo quisiera vivir en paz, pero siempre será difícil porque algunos desean una clase de paz y otros otra, pues por medio hay muchos intereses diferentes. Estoy aquí para exponer lo que han supuesto las FARC en Colombia, su vinculación con el narcotráfico y, en mi caso particular, relatar los cerca de doce años durante los cuáles estuve secuestrado en la selva de Colombia.
–Entiendo, por tanto, que lograr una paz completa es difícil, si no imposible, ¿verdad?
–Es tremendamente difícil porque si observamos cómo se presenta el panorama mundial, en los últimos tiempos por ejemplo con la llamada ‘Primavera Árabe’ que nos está dejando asombrosos casos de lo que es la guerra y la paz, vemos mucha dificultad. En nuestra región el policía y el soldado, que es quien debe de afrontar todas estas cuestiones de guerra, reza precisamente para que se dé la paz. Ya quisiéramos todos vivir en paz para que, en este caso los colombianos, pudiéramos disfrutar al máximo de nuestro país, sus costumbres, sus regiones y sobre todo vivir en plena armonía y con tranquilidad. Ojalá que eso llegue a ocurrir algún día.
–Actualmente el Gobierno colombiano está inmerso en plena negociación con la guerrilla. Tengo entendido que es la tercera vez que se intenta llegar a un acuerdo de paz en más de 30 años. ¿Cuál es su impresión en este nuevo proceso? ¿Tiene esperanza en que, por fin, se logre encauzar el camino del fin?
–Sí, han sido varias las negociaciones, incluso remontándonos al tiempo del presidente Betancourt cuando en su momento se creó un movimiento político. Posteriormente, aunque no se dieron las condiciones, también hubo otras negociaciones de paz en el exterior. Después la época del presidente Pastrana, quien incluso les dejó cinco municipios despejados precisamente para hablar sobre paz. Las FARC desafortunadamente no hablaron de paz, sino de guerra y, al contrario, escalonaron esta misma confrontación que llegó a altísimos niveles como fue el caso de involucrarse en el terrorismo, en el narcotráfico y crear incluso campos de concentración donde estuvieron personas secuestradas, policías, soldados y dirigentes políticos. Sin embargo el presidente Pastrana terminó ese período y se llegó a una situación ofensiva por parte de Uribe. Hasta, en este momento, que está el señor presidente Santos con una nueva dinámica. Él es el único autorizado para hablar de este proceso de paz porque él es el dirigente, el presidente de la República y el más indicado para trazar los destinos que debe seguir Colombia. Por eso fue elegido democráticamente por el pueblo colombiano.
–En cualquier caso, si no se intenta no se consigue, ¿no?
–Repito, todos quisiéramos convivir en paz y ojalá todo salga muy bien.
–En un ambiente de corrupción, narcotráfico y terrorismo. ¿Hasta qué punto las fuerzas policiales colombianas pueden ejercer su trabajo con total libertad? ¿Hasta qué punto se puede luchar con independencia contra todo ello?
–Siempre hay una directiva por parte de todos los gobiernos y ellos son quienes trazan el destino sobre cómo debe actuar cada fuerza militar. En el caso nuestro, de la Policía Nacional, siempre hemos tenido el apoyo del Gobierno para desarrollar múltiples operaciones contra los grupos violentos, terroristas o criminales que de una u otra manera alteran la tranquilidad de los colombianos. Los policías y los soldados somos servidores de la democracia, del pueblo, pero también del Estado y respetamos profundamente esa voluntad democrática del pueblo que está representada por el señor presidente y el resto de su grupo de Gobierno.
–¿Pero cuentan con los suficientes recursos materiales y personales?
–El Gobierno los ha incrementado, desde Pastrana, Uribe y ahora ha habido un apoyo de los americanos en lo que se llama el ‘Plan Colombia’. Por lo tanto, así se ha logrado incrementar las acciones ofensivas contra esta clase de criminalidad. Siempre se necesitarán muchos más recursos para ser más efectivos y contundentes, pero especialmente en el campo de la tecnología, de nuevos métodos de inteligencia para neutralizar a las bandas criminales. Creo que gracias a los apoyos de los últimos años se han logrado importantes resultados. Por supuesto estos grupos terroristas tienen mucho apoyo económico que se deriva del cultivo y exportación de drogas prohibidas. Es por eso que también debemos contemplar la necesidad del compromiso de la comunidad internacional porque mientras haya consumidores que, en el mundo entero, estén demandando coca, marihuana, heroína... obviamente seguirá habiendo gente que se dedique a esta acción delictiva.
–Efectivamente, la ley de la oferta y la demanda...
–Aparte, como hay todo un gran mercado, estos grupos terroristas van a defender sus territorios para lucrarse en mayor medida del dinero que produce el narcotráfico. Aparte, no hay que olvidar que si bien el narcotráfico es el primer negocio a nivel mundial también en Colombia nos vemos afectados por el segundo, el tráfico de armas. Esas mercancías vienen del exterior porque Colombia no produce armas, así que cuando estuve secuestrado en la selva vi armas de diferentes países. Por lo tanto, hay cantidad de gente involucrada no solo en el negocio de la droga, sino con las armas, los precursores químicos... Mientras haya ganancias habrá gente que busque obtener el máximo rendimiento con estos negocios ilegales.
–Un círculo que se retroalimenta constantemente y que, en algún momento, ha de ser cortado.
–Ahí entra en juego la voluntad de los dirigentes políticos y también las acciones educativas. Se habla de la legalización de la droga pero Colombia es precursora en esas campañas que se dan en los colegios y escuelas de formación para que los niños y niñas sepan qué son y cuáles son las drogas para que no caigan en el consumo. Gracias a esa labor educativa que lleva a cabo la Policía Nacional se ha prevenido que muchos de nuestros jóvenes se involucren en el consumo de drogas. Ojalá que el mundo entero recapacite y los dirigentes destinen grandes recursos a la capacitación hacia la juventud para que no caiga en el consumo.
–Hoy por hoy, ¿considera que Colombia es un país peligroso?
–No, porque en este momento los casos de terrorismo son muy aislados y se dan en la parte selvática. Tenemos grandes ciudades con plena armonía donde podemos disfrutar no solo de nuestros dos mares sino de toda su riqueza. Ciudades con grandes atractivos turísticos. Hace 12 ó 14 años sí que las acciones terroristas se producían por grandes grupos con 500, 1.000 o incluso 2.000 hombres como fue el caso de nuestro secuestro. Es decir, era una guerra de movimientos. Gracias a los contundentes golpes que ha hecho la fuerza pública esa capacidad ofensiva de ellos ha disminuido notablemente hasta hoy, que se dan hechos aislados donde participan solo dos o tres guerrilleros que ponen un artefacto explosivo o lanzan una granada. Hubo un incremento de acciones para llegar con algún margen de poder a una Mesa de Negociación o para que el mundo viera que todavía están activos, pero nosotros creemos que los tenemos totalmente controlados.
–Nada que ver con la situación de tiempo atrás...
–No, hace 12 ó 14 años la gente no podía transitar de una ciudad a otra porque posiblemente salía un retén y secuestraban personas. Hoy en día nos podemos trasladar por las principales carreteras nacionales y no pasa absolutamente nada.
–Hablaba antes de su secuestro. Hace dos años que fue liberado. Con la perspectiva del tiempo, ¿cuál considera que fue el momento más duro del cautiverio?
–Pienso que los 12 años son duros porque es un tiempo perdido en las expectativas de vida que uno tiene. Casi una quinta o una sexta parte de tu vida. Estar totalmente aislado, no tener contacto con la familia, derecho a la comunicación ni otros derechos fundamentales que ahí fueron vulnerados. Todo el tiempo fue difícil pero hubo momentos puntuales con bombardeos, ametrallamientos por parte de la fuerza pública para lograr nuestro rescate, por ejemplo, o cuando caí enfermo y estuve varias semanas sin poder caminar.
–¿Llegó en algún momento a perder la esperanza?
–Mientras haya vida hay esperanza decían nuestros familiares cuando mandaban mensajes por radio, pero pienso que mientras haya esperanza hay vida. Ésta no se puede perder ni un segundo porque es el alimento para estar resistiendo y viviendo segundo a segundo, conservar las ganas de vivir. Uno, en esa esperanza, quiere salir en libertad y regresar junto a sus seres queridos. El abrazo con la esposa y los hijos, así como entrar de nuevo a disfrutar de todas las cosas que nos ofrece la vida y la libertad es la recompensa.
–¿Qué parte de ese optimismo tiene la culpa de que, finalmente, todo saliera bien?
–Las profundas convicciones religiosas, creo, nos dieron el apoyo necesario en los tiempos más difíciles. Gracias a esas oraciones de la familia y muchas comunidades religiosa se creó una energía positiva que permitió que nosotros resistiéramos durante el cautiverio y también que se dieran las condiciones para que en este momento estemos en libertad.
–¿Por qué se hizo policía y por qué nunca abandonó a pesar de lo arriesgado de esta profesión en un país como Colombia?
–Dos familiares míos pertenecían a la institución de la Policía Nacional y fueron quienes me impulsaron. Tomé la decisión y, a pesar de las dificultades que vivimos, hemos cumplido no solo con la patria, el estado y la democracia sino también con nuestras familias y nuestros amigos que siempre han visto en nosotros alguien dignos de representarlos. Esperamos no defraudarlos y por eso estamos en la Policía Nacional.
–El terrorismo y el narcotráfico, ¿prácticas que en el fondo se caracterizan por los mismos rasgos se produzcan en uno u otro rincón del planeta?
–Hoy en día hay unos grupos multicriminales. Hay una serie de alianzas que no tienen ni país ni frontera. Creo que en nuestros países nos preocupamos por la soberanía y autodeterminación de los pueblos pero resulta que estas bandas que se dedican a todas esas actividades delictivas no tienen nacionalidad. Por lo tanto están conformadas por personas de diferentes nacionalidades y cuyo objetivo es únicamente lucrarse al máximo de los rendimientos de estas actividades delictivas como el narcotráfico o el tráfico de armas. Son multinacionales del crimen, por lo que hay que estrechar lazos entre las autoridades judiciales, los gobiernos, los cuerpos de Policía para intercambiar información y neutralizar en la medida de lo posible a estas bandas que tanto daño causan a la humanidad.

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