La historia de Manuel Sánchez García es la de un emprendedor con visión de negocio. Trabajaba como camarero en Ceuta hasta que en 1984 tuvo que cumplir con el servicio militar obligatorio. Al volver, se encontró con que lo habían despedido y se puso a vender pan en Polígono Virgen de África. Una década más tarde, abrió el Obrador García en la barriada de O’Donnell.
“Este comercio surge porque yo repartía pan a domicilio y compraba el pan en otra panadería, y como llegó un volumen de venta bastante bueno, yo monté mi panadería”, relata Manuel Sánchez.
El ceutí no cogió el local, ubicado en la calle doctor Marañón –frente al antiguo Hospital Militar–, como punto de distribución, sino que construyó su propio obrador y en 1998 se puso a elaborar sus productos. Aprendió el proceso viendo cómo lo fabricaba la panadería en la que trabajó antes.
En el establecimiento, el ritmo diario es frenético. A sus 57 años, Sánchez tiene a su cargo a once empleados que pasan la noche y la mañana trabajando: “Tenemos un turno desde las doce de la noche hasta las seis, y luego otro turno de las seis a las dos de la tarde, tres, cuando cerramos”.
A pesar de que, con la pandemia, la panadería no tuvo que cerrar en ningún momento, sí lo hicieron muchos de los bares y cafeterías que le encargaban su género. Algunos no consiguieron recuperarse. De los cuarenta a los que vendía, continúan 31. Y además, añade Sánchez García, la venta se ha reducido al 50%. “Una cafetería a la que vendía antes para el desayuno doscientos bollos, ahora estamos hablando de cien pitufos. Y si llega”, lamenta el ceutí.
Al entrar en el local, al cliente le envuelve el olor a pan recién horneado. Y puede deleitarse la vista con la variedad de barras, panecillos y productos de pastelería que se muestran. “Fabricamos pan de espelta, de chía, multicereales, masa dura, pan de masa madre y pan de doble fermentación”, enumera el propietario del obrador.
Tras la vitrina de un expositor se encuentran las empanadas saladas, pastelas, breguas, bizcochos tipo muffin y pastas, entre otros productos, que se producen en la propia panadería. “Y las tartas, al gusto del cliente que venga; nosotros se la fabricamos”, asegura Sánchez García. Pero lo que más salida tiene, apenas cuenta con cuatro ingredientes: la banderilla precocida.
“Se ha llamado así en España de toda la vida, pero como aquí nosotros somos como somos, le hemos llamado baguette; primero los franceses, luego los catalanes, y luego para abajo”, ríe el ceutí. Con harina, agua, sal y levadura en el Obrador García se hornean 1.200 de estos panes cada día, del que disfrutan bares, tiendas y particulares. Además, en Obrador García se pueden adquirir otros productos de alimentación como productos en lata, patatas fritas, chocolates, arroz, cereales o botellas de vino con los que completar la despensa.
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