Diego Jesús Ansede Benzo y Milagros Román Orozco atienden desde hace más de 25 años la Expendeduría Nº 24, un estanco de toda la vida. Un negocio con cerca de un siglo de historia y en plena zona centro de Ceuta. Situado en la calle González de la Vega, el edificio lo construyó el padrino de la madre de Diego Ansede. “Anteriormente lo llevaba mi suegro, mi suegra se ha criado aquí, la abuela de mi marido aquí...”, relata Milagros Román. Esta ceutí, de 53 años, empezó en el comercio después de casarse y se turna con su marido para ponerse detrás del mostrador.
En este estanco de reducidas dimensiones se concentra una amplia variedad de tabaco y productos para fumadores, pero también la prensa diaria y revistas, cromos, patatas fritas de bolsa, chocolates, chucherías y bebidas. Sus clientes son de los que frecuentan la tienda a diario. “Llevo mucho tiempo y los voy conociendo a todos”, sonríe Román. Acuden trabajadores y vecinos de la zona para comprar cigarrillos y mecheros o el periódico, y niños y jóvenes de los colegios e institutos cercanos en la visitan para hacerse con golosinas y refrescos. Milagros Román describe su relación con ellos como “muy amena” y admite que se sabe los nombres de muchos de ellos. “Además es una clientela buenísima, muy positiva”, asegura.
La declaración del estado de alarma en marzo de 2020 les golpeó con fuerza. “Como a todos”, apostilla Román. Durante los meses de confinamiento, bajó mucho la venta y eso costó recuperarse: “Nos ha afectado bastante. Ha habido momentos más duros con la gente que no podía salir, las restricciones que ha habido... pero bueno, lo hemos sobrellevado”.
Con la llegada de la pandemia, el matrimonio, que tiene dos hijos, decidió poner una mesita en la puerta para atender desde ahí a los compradores. Se trata de una medida de seguridad sanitaria para prevenir los contagios, así evitan que los clientes se aglomeren en el interior y que quede género sin desinfectar si alguien lo toca sin que nadie más lo vea.