Juan Ignacio Belmonte Fernández apostó por un negocio que no se había visto nunca en Ceuta; en mayo de 1998, este caballa abrió ‘Colchonería Belmobel’ en el centro de la ciudad. Fue una apuesta “muy arriesgada” para el propietario: “Lo hice de una manera muy austera, prácticamente entre mi mujer y yo lo hacíamos todo; mientras uno atendía, otro se iba a repartir”.
Sin embargo, Belmonte tenía cierta experiencia con este tipo de productos y proveedores porque había trabajado durante años en el sector de los muebles, en ‘Comercial Galo’. Fue así como entró en contacto con las marcas, que le sugirieron iniciar el negocio en Ceuta. “En el año 98 eso de vender colchones no estaba ni siquiera muy desarrollado en la Península”, afirma Juan Ignacio Belmonte.
El caballa, casado y con cuatro hijos, llegó a tener tres tiendas; aparte de la actual, en el número 4 de la calle Fernández, abrió una en la calle Cervantes y una tercera en la barriada de Hadú, que ya no continúan. La crisis de 2008 golpeó fuerte a las colchonerías.
En marzo de 2020, con el primer estado de alarma, el propietario de ‘Belmobel’ se encontró con que debía bajar la persiana del negocio. “Fue bastante duro porque de la noche a la mañana te dicen que tienes que cerrar, con una plantilla de 5 personas”, explicó.
Pero la pandemia terminó por afectarle de una forma diferente: al pasar tanto tiempo en el hogar muchos ceutíes se han dado cuenta de lo que fallaba en sus casas. Y de que invertir en un buen colchón es invertir en salud.
Según confiesa Belmonte, después de la desescalada les ha ido “bastante bien”. “Actualmente ya estamos a un nivel normal de prepandemia, pero no nos vamos a engañar, hemos sido de los sectores privilegiados”, añade.
En sus 23 años de existencia, por la tienda han pasado clientes de todo tipo. Adquieren colchones de espuma, muelles o viscoelásticos, así como equipos y complementos como protecciones, almohadas y nórdicos. Juan Ignacio les asesora en los productos más adecuados a sus cuerpos y preferencias.
Para el ceutí, de 55 años, su trabajo requiere de compromiso y responsabilidad. Es una venta muy especializada y “difícil”. Antes el negocio era más “de segunda compra” porque el primer colchón se compraba en la tienda donde se pedían los muebles, cuenta Juan Ignacio Belmonte, y la siguiente vez ya se empleaba más tiempo y presupuesto en este artículo.
Sin embargo, con el paso de los años se ha ido creando una “cultura del descanso” que ha llevado a que sean cada vez más jóvenes los que se acercan a la tienda. Algunos pertenecen incluso a la tercera generación de su familia que compra en el comercio.