Escondida a los ojos de todos, en una galería de la calle Real cercana a la calle Echegaray, se encuentra una pintoresca cafetería donde la tranquilidad está asegurada. ‘Los Remedios’ está ubicada en esta misma galería desde que se abriese en 1991. Su propietaria, Francisca Fernández, tenía ya en ese momento una tienda de ropa y al quedarse un local vacío junto a la misma, decidió aventurarse en el mundo de la hostelería.
“Tenemos una tienda de moda y se quedó el local vacío y lo cogimos los dos. Llevo 33 años aquí en la galería”, cuenta la propietaria. Apoyada por su marido, Francisca emprendió un nuevo negocio junto al que ya tenía. La galería empezó a sentirla como su casa. Sin conocimiento alguno sobre este mundo, pero con todas las ganas y la ilusión puestas en su nuevo establecimiento, ‘Los Remedios’ comenzaba sus andanzas entre cafés, tostadas y zumos. Según cuenta la propia Francisca, “aprendí nada más cogerla y ya me hice con ella”.
Armada con su cafetera, su tostadora y con las ganas como compañera, Francisca sacó adelante, día tras día esta cafetería. Con el paso del tiempo y gracias a su trato, ‘Los Remedios’ empezó a contar con una clientela fija que, desde entonces, acude a diario a desayunar en este pintoresco e íntimo establecimiento: los comerciantes cercanos a la galería. “Viene gente fija que son de la joyería, las niñas de Misako, toda la calle Real”, confiesa Francisca. Además, esta hostelera no duda en llevar a sus compañeros de galería el café de media mañana cuando se lo piden.
‘Los Remedios’ ha sido muy conocida dentro del mundo cultural. Antes de que el coronavirus irrumpiera en nuestras vidas, en esta cafetería se ofrecía, además de café y copas, una programación cultural más alternativa. Noche de micro abierto donde la poesía y el jazz eran los protagonistas de la velada de los viernes y los sábados.
“Hacíamos poesías, venían grupos de chicos a hacer poesía. Nos iba muy bien, pero ya se acabó todo”, confiesa. Sin embargo, los recuerdos de esas veladas siguen estando presentes en las paredes del local. Los carteles, diseñados por el marido de Francisca, decoran ‘Los Remedios’ y, a la vez, recuerdan un época muy bonita para ellos. “Ahí tengo los carteles de las poesías de todas las veces que lo hemos hecho. Teníamos cosas muy interesantes”.
Aunque se podría recuperar esta actividad, Francisca comenta que “si encima nos quieren cerrar a las seis, por la tarde no podría abrir”. La pandemia no solo ha perjudicado a este establecimiento en este sentido, sino que los horarios y las limitaciones también han hecho mella en él, como en muchos otros.
Sin embargo, esta ceutí no pierde la ilusión y sigue abriendo cada día su persiana para darle el desayuno a sus compañeros de la galería y alrededores. Pese a estar en un lugar escondido, los ceutíes acuden ahí por el trato recibido por su propietaria. “ La gente pregunta por mí, soy muy buena persona. Y la gente que viene son también muy buenas personas. Me conocen, aunque esté muy escondida, saben donde estoy”, apunta.
Francisca ya ve cercana su jubilación, aunque a sus 65 años sigue manteniendo sus dos negocios a flote a la perfección. No obstante, ya cuenta con una digna sucesora, su hija, quien seguirá el legado que su madre empezó. O eso espera ella. Mientras tanto, Francisca seguirá tras la barra cada mañana ofreciendo su mejor sonrisa y el café a quienes allí acuden.
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