Con mucho mimo, Gregorio Ramos Ramos escoge cada día las flores y plantas que va a utilizar en sus arreglos florales. Su puesto, en la planta superior del Mercado de Abastos de Ceuta, ha ido creciendo desde 1997, cuando Ramos pasó frente a unas obras en el edificio y decidió emprender para abrir la Floristería Goyo. Aunque Ramos había trabajado recogiendo flores, la idea se la dio su amigo Juan Martín. “Me dio plantas, me dio flores, y encontré el trabajo de mi vida, porque me encanta mi trabajo”, asegura el florista.
Gregorio Ramos nació en Fuerteventura, en Canarias, y se crió en Tenerife. Desde pequeño mostraba señales que auguraban cuál sería su vocación: “He crecido con ello. Iba al cementerio con mi abuela a ponerles flores a mis difuntos, a una tía que quería mucho, y mientras ella le arreglaba el nicho a mi tía, pues yo se las arreglaba a los muertos que no tenían nada, que hay un montón que no tienen, y siempre estaba todo tirado”.
Gregorio Ramos intenta ser creativo, relata, porque esa es su forma de ser. “No me gusta imitar”, indica, aunque sí se inspira en el trabajo de otros colegas de profesión. Vende rosas, lilium, claveles y bonsáis, entre otras especies conocidas, y productos más especiales, como las rosas preservadas (‘rosas eternas’), que pueden llegar a durar años, así como ramos y coronas en los que busca la armonía de colores y formas. Ramos, con cuatro hijos, también practica el arte japonés de la ikebana, que busca un equilibrio minimalista entre las flores y plantas para inspirar “cosas bonitas”.
En su puesto, lo que más salida tiene son las flores para regalar en cumpleaños y otras fechas señaladas o para llevar al cementerio. Pero también le ha tocado esmerarse en eventos únicos, como la visita de los reyes a Ceuta en 2007. En las fotos que han quedado para la posteridad, doña Sofía luce un bouquet suyo. La entonces esposa del presidente fue quien le pidió que lo preparara. “Fue muy de repente, no tenía nada planeado”, confiesa el canario. Seleccionó unas flores que habían sobrado de unos ramos de novia y otras salieron del vivero de su amigo Juan. “Le compuse un ramo que me quedó cantidad de bonito. Lo hice así con floritas todo con el concepto de España”, recuerda. A la reina, añade, la sigue “admirando y apreciando a pesar de todo”, y sus clientes le insistieron para que pusiera una foto de los monarcas en la que se ve su creación. De lunes a sábado abre por las mañanas. Y todos los domingos se instala en la calle, frente al Mercado: “Llevo veintipico años, desde que vi que había que trabajar porque las flores son un producto perecedero y además es un día que se suele vender”. Los meses de confinamiento fueron para el negocio “fatal” ya que tuvo que cerrar aunque, en lo personal, Gregorio Ramos se muestra agradecido por haber podido pasear al perro. Al reabrir, ha seguido elaborando con cariño arreglos florales para sus clientes. Porque lo que más le llena, confiesa el canario, es “llegar a los corazones de las personas” a través de su trabajo.
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