Desde que se inauguró el Tarajal II, no por culpa del funcionamiento en el lado español, han fallecido seis porteadoras, aunque hay quienes apuntan a que pueden ser más. Seis personas que querían cruzar a Ceuta para ganarse la vida se quedaron en el camino. Y desde entonces nos han prometido muchas negociaciones con los vecinos, pero, al final, nada de nada.
Cuando se produjo el fallecimiento de la tercera y cuarta porteadora, el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, que se desplazó a Marruecos para mantener una cumbre con su homólogo marroquí, dijo que se iban a tomar medidas urgentes entre los dos países, pero, sin embargo, nadie supo de aquellas buenas palabras.
"Lo único cierto es que siguen segándose la vida de porteadoras en una verdadera locura diaria al otro lado de la frontera"
Debe ser algo parecido a esas reuniones que Zoido le promete al presidente de la Ciudad y al delegado del Gobierno para solucionar el problema de la frontera y que sepamos, a estas alturas, tampoco nada de nada. El titular de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, vino a decir que España y Marruecos deben sentarse a negociar para encontrar una solución a un paso fronterizo de dos países, donde no olvidemos, uno de ellos, en este caso el nuestro, pertenece a la Unión Europea.
Lo único cierto es que siguen segándose la vida de porteadoras en una verdadera locura que se vive todos los días al otro lado de la frontera, en el lado marroquí, aunque también hay instantes en Ceuta, donde esa locura también raya a veces la paranoia.
Las autoridades deberían tomarse en serio estas situaciones dramáticas que acaban con vidas humanas. Esconder la cabeza en la tierra como las avestruces diciendo que aquí no ha sido no es digno de un país que presume de pertenecer al primer mundo, porque la dignidad de las personas pertenece a la aldea global y es un derecho del ser humano.