La sensación que dejó el quinteto liderado por Paniagua llenó el auditorio del Revellín.
El escenario del auditorio del Revellín acogió ayer la actuación de ‘Música Antigua’, un quinteto formado por Wafir Sheik (canto árabe, laúd árabe y darbuga), Jorge Rozemblum (canto hebreo, cítola y pandero), Cesar Carazo (canto cristiano -mudéjar y fídula), Ido Segal (hansa vina, violín y daf) y Eduardo Paniagua (Qanún -alterio-, flautas, pandereta y coro).
La suma de todas esas individualidades, organizadas por el enorme músico que lleva dentro Eduardo Paniagua, ofrecieron al público ceutí un consistente repertorio compuesto por cantos judeo-españoles, música cristiana, canto andalusí-musulmán y algo de música hindú.
La parte más clásica de la música clásica, la originalidad, la investigación, la creatividad y un aire añejo y espiritual imborrable se quedó en los asientos de un auditorio del Revellín con mucha afluencia. Escuchar hoy en día a Paniagua es disfrutar de un placer único, de unas melodías olvidadas que parecen esconderse en el interior de cada uno de nosotros para hacerse familiares con el primer acorde que deja escapar. Él hace real la música de los sueños y fusiona los planos espacio-temporales para crear un ambiente único.
La narración musical sólo se entrecortó anoche para dejar paso a precisas contextualizaciones que completaron un relato idílico que supuso un dignísimo ejemplo de lo que son los Premios Convivencia hoy en día. Un ejemplo a seguir, un reconocimiento al trabajo duro y una exquisitez sólo apta para aquellos paladares exigentes y sibaritas.