Hoy jueves, como cada 19 de octubre en Ceuta, se conmemora el Día Mundial contra el Cáncer de Mama, una enfermedad que cada día afecta a miles de personas. Tanto, que representa el 30% de todos los cánceres en mujeres.
Por ello, FaroTV ha querido conocer en primera persona el testimonio de tres mujeres ceutíes que han sufrido esta “enfermedad maldita”, tal y como la llama una de ellas.
Son Ana María Lachica, Amparo Vera y María José Carrera. Tres mujeres, tres vidas y tres historias diferentes, aunque con una parte del camino común.
“Me noté un bultito en una palpación rutinaria de las que yo suelo hacerme. Llamé a prevención contra el Cáncer de Mama y en una resonancia magnética salió que no tenía ninguna importancia, ningún signo de malignidad y lo dejé pasar”, narra Lachica. Sin embargo, unos meses después “me noté una sensación extraña en la mama, como si me pasara algo, y mi médico de atención primaria me mandó a la Unidad de Mama de forma urgente”.
Así comenzó una ida y venida de médicos, aunque para cada persona la detección puede ser diferente.
En el caso de Amparo Vera, en plena pandemia, sentía “una incomodidad, algo fuera de la normal, que yo nunca había sentido en el pecho y que se extendía para el brazo. Me tocaba el pecho pero no notaba nada, aún así pedí cita a mi doctora y me dijo que me fuera para la consulta”.
Directamente, la mandó a la Unidad de Mama y tras diferentes pruebas le dieron el diagnóstico. Ese día iba acompañada de su marido y sus dos hermanas, “pero yo me sentí flotando, como en una pesadilla. No veía ni a la doctora y solo decía ‘Dios mío que me despierte ya”.
Lo único que Vera recuerda de ese momento es cuando le preguntó a la doctora “dígame usted cómo le digo esto a mis hijas”, rememora muy emocionada.
Y es que, la mayoría de las pacientes coinciden en que uno de los momentos más complicados es el tener que comunicárselo a su familia.
Ana María Lachica también incide en que “lo peor de todo fue decírselo a mis hijas. Eso me da pena todavía. Tener que transmitirle esa noticia a alguien que quieres tanto y darle esa preocupación momentánea. Eso fue lo más duro y tienes que estar muy fuerte para ser tú quien le transmita la tranquilidad”, comenta.
Por este motivo, María José Carrera, otra paciente de cáncer de mama, esperó hasta el último momento posible para hablar con su familia. Y es que, ella no tuvo dolores, bultos, ni ningún síntoma. “Fue en una revisión rutinaria donde salieron unas marcaciones un poco raras y a partir de ahí empezamos el proceso de hacer pruebas. Yo lo hice todo sin avisar a nadie porque fui capaz de sobrellevarlo sola, hasta que no me dijeron que probablemente iba a ser cáncer y que tenía que hablar con mi familia no lo hice. Ellos se quedaron impactados y yo estaba tan normal”.
Esa fue su forma de acogerlo, quizás “porque ya habíamos pasado el proceso con mi padre y mi madre del cáncer”, expresa Carrera.
Sin embargo, a su hermana “se le vino el mundo encima porque dijo otra vez no, ahora mi hermana. Mi pareja pensó lo mismo. Ellos sí que se vieron impactados pero yo me siento una privilegiada en ese sentido porque puedo decir que no he sentido la enfermedad, no voy a quimio ni a radio. Lo mío es hormonal y decidimos una mastectomía bilateral porque era el recurso aconsejado. Puedo decir que yo solamente estoy con unas pastillas que tienen sus efectos, pero comparado con otras personas me siento hasta mal”.
Tal y como María José Carrera indica, los posibles efectos secundarios a los tratamientos es uno de los mayores miedos de todas las pacientes.
Se trata de un “miedo a lo desconocido por lo que tú vives de los demás, lo que escuchas, lo que ves”. Es decir, al cambio que todos saben que se puede producir en tu cuerpo como consecuencia de los tratamientos. Aún así, “cada uno tiene que vivir sus experiencias y no guiarnos por las demás personas porque a cada uno le afecta de una manera”, expresa Amparo Vera.
Aún así, ese miedo es inevitable, tal y como reitera Lachica. “Es lo que más miedo me dio y de lo que menos hablé, pensaba que era algo que estaba dentro de mí y tampoco era necesario estar extendiendo el miedo y lo guardé un poquito”, expresa esta mujer.
Por suerte, Lachica no tuvo que pasar por quimioterapia, que era lo que más miedo le daba “por las posibles consecuencias bastantes nefastas por otra enfermedad que padezco”.
Recuerda que era el día de su santo cuando recibió los resultados del oncotype “y cuando la doctora me dijo que no me tenía que dar quimio fue el mejor regalo al quitarme un gran peso de encima. Solo me tuve que dar unas poquitas de sesiones de radioterapia”, detalla.
Para sobrellevar todo este proceso de la mejor manera posible, además de recibir el apoyo de la familia, es muy importante afrontarlo con una actitud positiva, algo en lo que coinciden las tres mujeres.
Para Ana María Lachica, esa manera de ver la lucha contra el cáncer “te da un 50% de beneficios porque no es lo mismo que tú lo vivas pensando ‘todo va a ir bien’, ‘mira que poquito es esto’... Yo he estado todo el proceso viéndole toda la parte positiva a lo que me ha ido ocurriendo, porque la negativa ya estaba ahí y no puedes estar todo el día rumiando sobre eso porque entonces te hundes”.
Esa misma actitud fue la que tuvo Amparo Vera para quien “hay dos modos de afrontarlo: o por lo bueno o por lo malo, y yo decidí afrontarlo por lo bueno. Decidí quitarle el sufrimiento que conllevaría esto a mi marido y a mis hijos, y dije ‘Dios mío dame fuerzas y que yo se lo haga a ellos lo más fácil, lo más bonito y lo más llevadero, dentro de la enfermedad, para que sufran lo menos posible”.
Además, todo este camino siempre ayuda a sacar algún aprendizaje. Principalmente “te hace más fuerte, se te quitan muchos miedos y valoras todo más. El levantarte por la mañana y ver la claridad del día, ejemplifica Amparo Vera.
También “nos ha unido más y a toda la gente que he conocido”, añade Carrera.
Además de compartir sus historias, estas luchadoras quieren mandar un mensaje a todas las mujeres para “que nos hagamos pruebas y siempre intentar llevar de la forma más positiva esto”, pone en valor Carrera.
Asimismo, Ana María Lachica concluye diciéndoles a todas las que estén pasando por esta misma situación “que tengan mucha fuerza, que busquen el apoyo, que se cuiden mucho, no solamente de cara a los demás, sino para sí mismas, y que cuando necesiten un momento se lo den. También tenemos derecho a llorar, a enfadarnos y a enrabietarnos. Eso es importante porque sino se pasa peor”.
ACMUMA también es un punto de apoyo tanto para estas tres mujeres como para tantas otras que sufren esta enfermedad.
Ana María la conocía desde hace tiempo, aunque nada más ser diagnosticada la propia doctora se la recomendó. Destaca “el cariño, la cercanía y ponerte a tu disposición psicología, terapia y un sitio donde ir y hablar con gente que está pasando por lo mismo”.
Por su parte, Amparo Vera asegura que es “un apoyo” muy grande “de todo lo que necesitas y ve que no estás sola. Te abren las puertas”.
De igual modo, María José Carrera manifesta que “estuve allí, me desahogué, y me dijeron que estaban ahí para ayudarme”.
Así, es un refugio y punto de apoyo y encuentro para decenas de mujeres que tienen una parte de su camino común.
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