En la Facultad de Periodismo, el primer día de clase nos reunieron a los alumnos; el decano, micrófono en ristre, comenzó su discurso de bienvenida: "NO DEJES QUE LA REALIDAD TE CHAFE UNA BUENA NOTICIA".
Y así, con estas palabras, nos contó una historia para que nos fuéramos preparándonos en este futuro oficio.
Nunca olvidaré aquellas palabras que me marcaron como periodista y que recuerdo cada vez que me asiste cualquier duda a la hora de de transmitir una información.
No sé de dónde vendría el relato. Al parecer fue Gabriel García Márquez quien lo escribió por encargo en EL UNIVERSAL de Cartagena de Indias cuando era becario de este rotativo y contaba con 19 años
PRUDENCIO Zaragoza llegó a ser candidato a la Presidencia de Colombia; había sido de todo y por ello era más conocido que el mismísimo Hernán Cortés: campesino, guerrillero, fundador de la naviera LA PALOMA, cartógrafo de pueblos indígenas perdidos en los mapas oficiales, fabricante de extraños recipientes de arcilla para mantener el agua fría, ideólogo del PCC (Partido Comunista de Colombia), amigo de Fidel Castro y miliciano en la guerrilla de Sendero Luminoso liderada por Abimael Guzmán.
Prudencio despertaba amores y odios a partes iguales; tenía defensores y detractores. Los más viejos contaban que era capaz de pactar con el diablo y hablar con la Virgen de Coripal pidiéndole favores urgentes.
Aquél martes, abril de 1913 anno domini la noticia corrió como la pólvora: Prudencio Zaragoza había sido brutalmente asesinado por un vecino que vivía puerta con puerta. Zaragoza solía salar demasiado los alimentos aunque padecía una hipertensión de padre y muy señor mío; al acabársele el oro blanco, acudió a su asesino para pedirle el favor. Sin venir a cuento, Patrocinio del Amor, que así se llamaba el monstruo, se lió a marillazo limpio con el prócer de la Patria. La causa fue un ataque de ira que había tenido con la mujer por negarse ésta a interpretar al piano la ‘Para Elisa’ de Ludwig van Beethoven. Este melómano perdía la cabeza y la pagaba con el primero que saliera a su encuentro.
Con el rostro desfigurado lo encontró el forense y así firmó la hora y el día del fallecimiento en una instancia oficial.
Toda la nación lloró su desgracia a lágrima viva. Por primera vez políticos de todas las ideas y trabajadores gremiales se abrazaron siendo ahogados a llantos por una pena incontrolable.
Organizaron las pompas fúnebres en Medellín acudiendo Jefes de Estado entre los que se encontraba la Reina de Inglaterra, el Papa Julio XVI y el mismo Ernesto Che Guevara que llegó a abrir el féretro para besar la frente de Prudencio.
Bogotá se vistió de luto e incluso cientos de plañideras salieron a la calle a grito limpio mesándose los cabellos hasta perder mechones por las calles.
Lo cierto es que Prudencio estaba vivo en Potosí y no se había enterado de su propia muerte.
A su regreso a Popayán leyó cientos de esquelas referentes a su persona y todo tipo de información sobre el óbito.
EL GLOBO tuvo que desmentir el bulo y el mismo Prudencio mostrarse en persona.
El pueblo siguió pensando que Zaragoza estaba enterrado y que lo habían resucitado para calmar un intento de golpe de estado de sus partidarios.
Y así fue. El arma homicida se conserva en el museo de los horrores de Guayaquil.
La Real Academia de la Lengua acuñó la palabra BULO haciendo referencia al origen de esta entrada.