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Mohamed Mustafa: “Un proyecto sólo para una parte de Ceuta es fallido”

Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología, Mohamed Mustafa (Ceuta, 1978) dará el paso. Será candidato en la asamblea fundacional convocada para el próximo 15 de octubre con el fin de liderar el “nuevo proyecto” político que germinará de Caballas. Así lo ha decidido tras participar en la fundación de UDCE hace ya 20 años. En 2004 tomó las riendas de Jóvenes Demócratas, las juventudes. Adorado en su barrio de Ceuta, Patio Castillo, donde ha conversado con El Faro de Ceuta, el aspirante a reemplazar a Mohamed Ali se sincera sin reparos: “No quiero ganar votos a costa de tener una ciudad fraccionada”. –¿Por qué es usted localista? – Yo soy partidario de que el ciudadano participe a todos los niveles en política y si hay un nivel en el que los cambios son más notorios es en el local. Muchísimas personas de Ceuta hemos tenido, además, la necesidad de emancipar al colectivo musulmán. Eso exigía un referente localista porque los partidos nacionales siempre han seguido las directrices de Madrid. Nuestro localismo empoderador en busca de la igualdad y la justicia social es una apuesta por la inclusión para resolver nuestros problemas endémicos. Hasta los años ochenta parte de los ceutíes no estaba completa y sigue habiendo personas nacidas en Ceuta a las que se les niega su condición. Queremos escuchar a la gente y empoderar a nuestras minorías.
–¿En qué se va a diferenciar el proyecto político que aspira a liderar de Caballas?
– Queremos ensanchar nuestro espacio. Caballas, lo que va a surgir ahora, está obligada a escuchar y vehiculizar las demandas de los movimientos sociales. El acceso de la extrema derecha a las instituciones ha generado un contexto nuevo, y la manifestación del 28 de febrero del año pasado fue un elemento claro. La nuestra es una apuesta por la interculturalidad y la convivencia. O los partidos canalizamos eso o estaremos abocados al fracaso. Vamos a intentar que gente de diferentes orígenes y sectores entienda que este proyecto es necesario y que puede militar en la intensidad que precise.
–¿Cuál es el nivel de autocrítica?
– La actividad rutinaria genera unos tics que te aleja de la ciudadanía, que te separa del terreno. Vamos a resetear, a servir a las demandas de la ciudadanía, para no ser como los partidos tradicionales.

"La nuestra es una apuesta por la interculturalidad y la convivencia. Si no, iremos al fracaso”

–La del 28-F de 2020 muy intercultural no fue...
– Participó mucha gente, quizá no toda la que hacía falta. Debemos beber de esa experiencia y aprender de ella. ¿Por qué parte de la ciudadanía no se implica en ciertas cosas que nos afectan a todos? Un proyecto que nazca sólo para una parte de los ceutíes es fallido y será instrumentalizado por la extrema derecha. Necesitamos más que nunca un proyecto político unitario e intercultural. Creo que con los jóvenes y su implicación podremos alcanzar a capas a las que no hemos llegado.
–¿Siendo menos intercultural Caballas hubiera sacado más votos?
– Probablemente. Pero eso sería condenar a la ciudad. Hubiera sido un resultado cortoplacista bebiendo del frentismo. No es nuestro proyecto de futuro. Yo prefiero una ciudad cohesionada socialmente, un cuerpo único, y no sacar ningún voto. No quiero una Ceuta crispada, partida en dos, en la que triunfemos electoralmente. La gente quiere políticos que estén por encima del cálculo de votos, que es importante para poder hacer cosas, claro, pero siempre por debajo de determinados principios rectores para construir una sociedad unida.
–¿Por qué no lo está?
–Tiene mucho que ver con lo que ha hecho el PP estos veinte años. Políticas desastrosas con inversiones desiguales en barriadas, la distribución diferencial de los puestos de trabajo públicos, de la riqueza... No se han subsanado los problemas sociales y el último síntoma ha sido la irrupción de la extrema derecha, no el primero.

"Nuestro localismo empoderador es una apuesta por la inclusión para resolver problemas endémicos”

–¿La calle está tan crispada como los Plenos?
–Hay crispación. Se constata hablando con la gente al recoger a los niños en el colegio, en la playa, en el supermercado... Es una crispación de baja intensidad, pero a mí padres y madres me cuentan que hay pequeños en Primaria que son cuestionados en su españolidad por hablar dariya. Es horrible. Creí que lo habíamos superado en los ochenta, pero ha vuelto a resurgir por el discurso político de la ultraderecha.
–Ahora dicen que las Pascuas islámicas no forman parte “ni de nuestra tradición ni de nuestra cultura”, un reconocimiento explícito de que consideran a los musulmanes ajenos a Ceuta y a España.
– Claro. Cuando conseguimos reconocer como festiva la Pascua del Sacrificio se asumió como lógico. Igual que ahora una celebración, Eid Al Fitr, que para la ciudad está de hecho en el calendario laboral. Son cosas que deberían caer por su propio peso, sin debate ni crispación, fechas que llevan siglos celebrándose en Ceuta, pero lo utilizan para enfrentar a la ciudadanía. Éramos un paradigma de convivencia y ahora eso parece nuestro problema cuando no somos capaces de generar empleo para todos, con tasas de fracaso escolar y pobreza muy lejos de los estándares europeos...

"Yo no sé si el electorado de Vox está satisfecho, no creo. ¿Esta es la política que necesita Ceuta?”

–Si da votos, será que la enfermedad es más grave...
– Yo no sé si el electorado de Vox está satisfecho con esto. No creo. ¿Esta es la política que necesita Ceuta? No resuelven ningún problema. El transporte marítimo es carísimo, como el acceso a una vivienda... Vox no está ahí, está sembrando votos a costa del conflicto en Ceuta.
–¿Será el diputado de Caballas en el Pleno hasta el final de la legislatura?
– Lo decidiremos en la asamblea. Mi trabajo debe pasar en primer lugar y fundamentalmente por reconstruir el espacio de Caballas, por hacer una alternativa a lo existente desde la unidad y la interculturalidad. Si llego a ser diputado, hemos aprendido la lección: caer en sus trampas favorece su retroalimentación. Estoy preparado para que me llamen promarroquí, es su cantinela. No lo soy y no voy a caer en su provocación sin dejar de confrontar su discurso. Quieren victimizarse y hay que cortar ese círculo vicioso.

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