Aunque no sale en pantalla, es tan popular como cualquiera de sus compañeros presentadores de RTVCE. De nuevo esta Semana Santa lo habrán visto corretear de paso en paso, de esquina a esquina. Arriba y abajo, buscando el mejor plano o el momento sublime de cada cofradía, hasta en los detalles más inverosímiles con su cámara móvil. Me atrevería a decir que ha hecho de su trabajo en nuestra Semana Mayor su gran especialidad.
Abdelkader Ahmed, o Mohamed, como mayoritariamente se le conoce, es un magnífico ejemplo de total integración, dada su condición de musulmán, en el tejido social ceutí. Criado en el Príncipe en el seno de una familia muy humilde, jamás escondió sus orígenes ni tampoco optó por servirse de ellos para promocionarse.
Lo conocí hace muchos años como alumno mío en Educación Secundaria, estudios reglados que no concluyó, para comenzar a trabajar a edad muy temprana. Recadero, camarero o barman fueron sus primeros oficios, pero Mohamed aspiraba a ir más lejos. Un día se presentó en el desaparecido vídeo comunitario, el embrión originario de la televisión ceutí. Allí le enseñaron a manejar una de aquellas sencillas y rudimentarias cámaras en lo que habría de ser el comienzo de su futura carrera profesional.
Presente en todas las emisoras locales de las distintas épocas hasta la constitución de RTVCE, a cuya plantilla accedió por concurso público de méritos. Juntos trabajamos en Canal Ceuta TV, durante el tiempo que duró aquel proyecto, lo que me permitió conocer a fondo al gran profesional y al extraordinario hombre que siempre tenía incondicionalmente a mi lado para cualquier salida, aunque cayeran chuzos de punta. ¿Te acuerdas, Mohamed, qué fue de aquella cámara que la lluvia inutilizó para siempre filmando por los callejones de El Gallo?
Abdelkader, como lo conocen sus correligionarios, no sólo es un maestro a la hora de buscar los mejores encuadres. Sabe sacar provecho de su particular ingeniería social para que se le abran todas las puertas, lo que en su profesión no siempre es fácil. Reportero de buenas relaciones y contactos, sabe quién es quién en todo momento, algo también fundamental.
Valorado por todos los directores de las empresas en las que ha trabajado, nadie le regaló nada. Único musulmán en la televisión pública, participa en ágapes y barbacoas como uno más. Llegadas sus fiestas siempre tiene un detalle con los compañeros invitándolos a los típicas chubarquías o la jarera. Fiel creyente, suele rezar en su trabajo refugiado siempre en la más absoluta intimidad. Su fe y su cultura las lleva profundamente arraigadas sin detrimento alguno de esa integración o de su participación activa en modos, maneras y costumbres de la cultura occidental. Todo ello sin dejar jamás de ser un buen musulmán, lo que le permite el aprecio de su colectivo. De tal suerte ni se excluye ni tampoco nunca se sintió excluido de ámbito alguno.
Persona modesta y sincera, recientemente concluyó los estudios que de joven hubo de abandonar. Carente de cualquier vinculación política, nunca desvela su voto ni se manifiesta a favor de ningún partido, aunque no por ello valore lo positivo y negativo de cada uno sin entrar en sectarismos.
Gran compañero, es reservado con determinados detalles que pueda ver en su trabajo. Con él no van las envidias, las rencillas o los celos profesionales. Tampoco escatima el tiempo extra que sea preciso a la hora de ayudar a recoger el material técnico, montar decorados, enlaces o antenas, para lo que siempre está disponible.
Padre de tres hijos y felizmente casado con Hadiya, una mujer encantadora, a ella, como a su marido, tampoco nadie le regaló nada. Gracias a su esfuerzo y empeño personal cursó los estudios de profesora de Primaria, profesión que ejerce en el colegio público de Benzú tras ganar unas duras oposiciones.
El acercar a esta columna la personalidad de Mohamed y, por qué no, de Hadiya, es simplemente para destacar que, en esta tierra, quien quiere y lucha triunfa para hacerse un hueco profesionalmente, por encima de cuotas de proporcionalidad raciales o religiosas con las que nos salta de vez en cuando cierto partido extraparlamentario local. Como botón de muestra ahí están estos dos ejemplos, pero podríamos hablar de muchísimos más, afortunadamente. Cambien su discurso señores. Además de gastado y absurdo, con él difícilmente irán ustedes a alguna parte.