“Tranquilidad” es la palabra que todos los vecinos de Miramar Alto utilizan para definir a su barriada. Pequeña, acogedora y convertida en una gran familia. En este gran bloque de viviendas con forma de U, edificado tras una cortadura, todos se conocen. Está envuelta en una atmósfera de confianza que impulsa a demandar la ayuda del vecino en cualquier momento de necesidad y obtener la respuesta en el instante. “Aquí nos conocemos todos, tenemos una relación muy cercana y familiar”, comenta el presidente del barrio, José Ramos.
Ha sido el tercero en tirar del carro de la asociación que dirige con orgullo desde hace veinte años. Su labor es alabada por los vecinos que se dejan entrever por el local social, o aprovechan su apertura matutina para contribuir con el medio ambiente depositando tapones de plástico en un gran envase. “Es el mejor”, comenta una vecina tras vaciar una bolsa. Mismo comentario que se repite entre aquellos que entran o salen de sus viviendas mientras Ramos responde con algún comentario cómico.
A lo largo de su mandato y durante la época en que las subvenciones eran una realidad, las actividades organizadas eran continuas. “Aquello generó mucha unión entre todos los vecinos que se implicaban en todas y cada una de ellas”. Desde la recepción de los Reyes Magos, la ofrenda de flores, la famosa Escala en HIFI, Halloween o carnavales, cuyo último disfraz, el de ‘Los Minion’, causó furor entre los ceutíes que asistieron a la cabalgata. Una fiesta de la que presumen ostentar varios premios que exponen en el local junto con una gran cantidad de copas y trofeos. Aunque el evento rey del barrio eran sus fiestas. Llegado julio, en la gran plaza donde se erigen los bloques de viviendas, se generaba una auténtica verbena al estilo más popular y tradicional. “Hacíamos vida en la calle”. Colchonetas, cañones de espuma, pinchitadas y muchas anécdotas que desatan la risa melancólica de los vecinos y, sobre todo, unión y convivencia.
Desde hace unos años todo ello se ha perdido, aunque si hay una fiesta que, de momento, se niegan a desprenderse son las Cruces de Mayo. Las nuevas generaciones, todas ellas nacidas en el barrio, se han propuesto la recuperación de todas estas actividades así como “la regeneración” del barrio, destaca Luis García, uno de los miembros más jóvenes de la junta directiva.
La barriada surge hace unos treinta años cuando desapareció una agrupación de pequeñas casitas de una planta conocida como barriada Orgaz, que era remplazada por un elevado bloque de viviendas que pronto recibiría el nombre de Miramar Alto. Una zona que fue habitada por vecinos del desaparecido barrio junto con otros llegados del Príncipe. Miramar Alto, hoy, tres décadas después, es una gran familia que vive mirando al mar.
Mirasol y Césped, los más antiguos
Fueron popularmente conocidos como los pisos azules en referencia al color que lucían y, aunque ahora se tiñen de ocre, en Miramar Alto todavía se refieren a los vecinos más antiguos como “los de los pisos azules”. Se trata de los bloques de Mirasol y Césped situados justo enfrente del gran vecindario que forma la U. Su arquitectura denota una mayor longevidad. “Cuando nosotros llegamos ya estaban”, comenta Ramos.
Hay que remontarse medio siglo para llegar al origen de estas viviendas que respondieron al período de expansión del Campo Exterior. El momento de mayor pujanza constructiva en el entorno se dio en el período de 1955 cuando surgió la necesidad de construir más viviendas para dar respuesta a la demanda de la población. Se trata de conjuntos armónicos con bloques de viviendas sobre los que destaca la torre.
Los vecinos
José Ramos: “Aquí todo el mundo me conoce como Pepe Línea”
Hace treinta años Miramar Alto era uno de los barrios más jóvenes de la ciudad. En el recién construido bloque de viviendas se instalaban familias obreras llegadas de los alrededores o del desparecido barrio Orgaz. Allí iniciaron su vida. Allí nacieron y se han criado sus hijos y han comenzado a escribir los primeros capítulos de sus historia. José Ramos, su presidente, forma parte de esta primera tanda de vecinos, entre los que es conocido como Pepe Línea. “Antes si se referían a mí como Pepe Ramos nadie en el barrio sabía quién era. Me comenzaron a llamar Pepe Línea porque soy de la Línea”. Aunque no ha rehusado de sus orígenes, asegura que Ceuta se ha convertido en su hogar. “Nunca he renunciado a la Línea pero nadie puede decir que no he defendido a esta ciudad como cualquier caballa nacido aquí”, comenta con orgullo.
Relata la felicidad que ha supuesto para él y su familia residir en un barrio que “no cambia por ningún otro” y que tantas satisfacciones le ha producido. Destaca la paz que predomina en la zona. La tranquilidad y ausencia de incidentes. “Es un vecindario de los de toda la vida”.
Sin embargo, el barrio ha cambiado. Y esa juventud se ha ido perdiendo. Hoy esos niños han crecido y ya no están, y aquellas familias jóvenes han elevado la edad media del vecindario.
Luis García: “Lo inmediato es traer más jóvenes para que disfruten como nosotros”
Luis García es uno de los jóvenes que ha nacido en el barrio. Ahora con 22 años recuerda cómo eran esas tardes de juegos en la plazoleta. “Hemos hecho mucha vida en la calle, todos los niños nos juntábamos para jugar”. Con especial cariño rememora las fiestas del barrio, “porque estábamos casi todo el día en la plaza. Había muchos juegos y actividades”.
Era un niño cuando colaboraba en el cuidado de los jardines. Hoy es un joven comprometido con la barriada que forma parte de la junta directiva de la AAVV a través de la que pretende, junto con otros jóvenes, generar un cambio en el barrio. “Los jóvenes somos el futuro y hay que ponerse manos a la obra para levantar la asociación”. Por ello, ya se han fijado una serie de objetivos. “Lo inmediato es traer más jóvenes para que disfruten como nosotros hicimos”.
Ernesto Parejo, uno de los vecinos más longevos que ostenta el Premio ‘Encina’
Hace unas décadas eran solo restos de escombros, pero hoy en día son unos parterres en los que uno de los vecinos ha trabajado durante años. El resultado: unos jardines que son el orgullo del vecindario y que lucen así gracias a la labor de Ernesto Parejo, más conocido como tito Ernesto. Antiguo vocal de Medio Ambiente de la AAVV y uno de los vecinos más longevos del barrio que durante dos décadas se ha encargado de su mantenimiento. “Me ayudaban los niños regando a mano con garrafas de agua. Yo era mecánico de coches y yates y cuando me jubilé me dediqué a sacar adelante estos jardines”.
Su labor le ha valido el reconocimiento de la Ciudad a través del Premio ‘Encina’ y la prueba de su trabajo son los ficus, limoneros, palmeras, naranjos, higueras o damas de noche que conforman estas preciosas zonas verdes.
El Premio ‘Encina’ era concedido por la Consejería de Medio Ambiente. Su objetivo era impulsar la conciencia ambiental de los ciudadanos mediante el reconocimiento de la labor meritoria realizada por personas o entidades que hubiesen destacado por su trayectoria en defensa de los valores ambientales.
La rehabilitación de las fachadas de los edificios: la demanda unánime de todos los vecinos
Pese a ser una barriada joven, las fachadas ya empiezan a notar el paso del tiempo, seguramente por el levante que combate la zona. La asociación de vecinos ha solicitado entrar en el Plan de Rehabilitación de Fachadas, en el que los propietarios de las viviendas colaborarían económicamente, siempre y cuando se les ofrezcan facilidades. “No queremos que nos lo hagan gratis, pero el montante económico es muy alto y no disponemos de él. Lo que queremos es entrar en ese plan y pagar la parte que nos corresponda en cómodos plazos o en el recibo del agua o la luz. El centro es la postal de la ciudad y lo que ven los visitantes, pero si los barrios también están bonitos, lo estará toda la ciudad”, asevera Ramos.
La memoria de Juan Bravo, recuperada para la principal calle del barrio
La barriada también tiene espacios para recordar a ilustres ceutíes como Juan Bravo, arqueólogo responsable de la recuperación de innumerables restos ocultos en el fondo del mar.
La principal calle que atraviesa el barrio ostenta el nombre de este reconocido caballa. La idea surgió de Ramos, que propuso que Bravo estuviera siempre presente. “Creo que no ha tenido el reconocimiento suficiente y propusimos esta nomenclatura porque es una barriada cercana al mar y él recuperó muchos ‘tesoros’ de los fondos marinos que hoy están en el Museo de Ceuta”.