Ceuta esconde multitud de tesoros ocultos, olvidados por la amplia mayoría de ciudadanos y que salen a la luz de manera circunstancial por hechos ajenos a esa historia que los han mantenido durante años en el tiempo. Hace unas semanas la Guardia Civil descubría varias garrafas con combustible para abastecer a una narcolancha, estaban ocultas en una mina del Sarchal. Aquello pasó mediáticamente como un mero suceso, pero causó una enorme preocupación entre los ecologistas que han luchado durante mucho tiempo porque espacios como este queden protegidos y conservados, no expuestos a una degradación o a posibles daños derivados de la comisión de delitos como el descubierto por la Benemérita.
Fue en el año 2016 cuando el presidente de Septem Nostra, José Manuel Pérez Rivera, dirigió una intervención arqueológica en la calle Eduardo Pérez. “Dimos con un horno de forja de hierro datado entre finales del siglo XI y principios del siglo XII. Era la primera evidencia de actividad metalúrgica de hierro en el Ceuta medieval”, explica a este periódico. “Este hallazgo suscitó el interés por identificar los yacimientos de este metal en la geografía ceutí, para lo que conté con los amplios conocimientos de la geología de Ceuta del geólogo Paco Pereila”, añade.
Así se llegó a enriquecer un conocimiento sobre la explotación de metales que, de forma escasa, se refleja en la bibliografía histórica y geológica de nuestra ciudad. “Teniendo en la mente la localización de posibles vetas de minerales de hierro, y en una de mis excursiones por el litoral de Ceuta, relacioné unas notorias manchas verdosas en el borde costero del Sarchal con mineralizaciones de cobre. Esta intuición sobre la localización de yacimientos metalúrgicos en el Sarchal pudimos confirmarla tras un examen detenido de la zona. Fue así como en el mes de junio del 2016 dimos con una antigua mina bajo la conocida como torre del Cardenillo. Este topónimo cobró sentido cuando bajamos a la mina y comprobamos que las paredes de la galería presentaban una mineralización de cobre denominada, precisamente, cardenillo. Son unas bellísimas formaciones mineralógicas que presentan un intenso y color verde, combinado con las manchas amarillas del sulfuro de hierro”, detalla Pérez Rivera.
Aquel hallazgo se enmarca en un hecho de interés porque ratifica el peso del patrimonio geológico-minero e histórico, erigiéndose en un destacado recurso educativo, científico, cultural y turístico. Por estas razones el mazazo fue brutal cuando supieron que esa antigua mina del siglo XVIII estaba siendo utilizada para esconder garrafas de gasolina presuntamente relacionadas con el aprovisionamiento a narcolanchas. “Un incendio en el interior de esta galería de explotación minera supondría la irrecuperable alteración de las paredes de esta mina. No es la primera vez que arde una. En la cercana cala del amor se localiza otra antigua, próxima al morabito de Sidi Bel Abbas Sabti, donde aún se practican ritos relacionados con la magia islámica que sufrió un gran incendio provocando el ennegrecimiento de sus paredes”, recuerda Pérez Rivera.
Hay más antiguas minas cerca del fuerte del Sarchal y otra en los acantilados del Recinto que aún no se ha podido explorar debido a que está ocupada por inmigrantes. Presentan un preocupante estado de abandono y pueden verse afectadas por acciones vandálicas.
Septem Nostra no se queda de brazos ante esta cruda realidad, exige a las administraciones públicas competentes que inicien los procedimientos administrativos para incluir estas minas en el listado de elementos declarados Bien de Interés Cultural. “De igual modo reclamamos la adopción de medidas efectivas de protección de estas minas para evitar que puedan verse dañadas por el almacenamiento de material inflamable o por su ocupación ilegal. Si no lo hacen podremos perder un interesante y valioso patrimonio geológico-minero y arqueológico incluso antes de que se tenga la oportunidad de estudiarlo y darlo a conocer a los ceutíes y a quienes se interesen por el patrimonio ceutí”, expone.
En una reciente intervención arqueológica en la calle Antioco se han documentado claras evidencias de la existencia de una explotación de vetas de hierro en esta parte de la Almina y de hornos metalúrgicos de época tardorromana (siglo V-VII d.C). “Estaríamos ante la primera evidencia de ocupación pre-islámica de la Almina y el dato más antiguo de actividad metalúrgica en Ceuta”.
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