Zineb (nombre ficticio) ingresó este viernes en la
cárcel de Mendizábal después de que la
Guardia Civil le sorprendiera cruzando la frontera de Ceuta con dos kilos de
hachís adosados al cuerpo. Era reincidente. En el historial de esta joven marroquí figuraba otro pase de narcóticos. Cuando los agentes la presentaron ante la autoridad judicial, se ordenó su entrada en prisión por un delito contra la salud pública.
Ese es el mismo camino que siguió el catalán J.R.E., de 50 años. Aunque este calibró más la manera de intentar burlar a las fuerzas de seguridad,
acudiendo a la oficina de Correos para enviar hasta tres paquetes con hachís, que alcanzaban todos ellos un peso de casi 29 kilos. La Benemérita le puso los grilletes nada más comprobar de qué era el envío en cuestión y será un juez el que determine la pena de cárcel que cumplirá, superior a los 3 años.
En el tráfico de drogas que se mueve entre fronteras hay quienes idean más la manera de intentar engañar a los agentes y a los canes. Hay mil formas de cruzar los pasos cargados de hachís, como hay las mismas formas de dar con la sustancia antes de que el negocio que persigue el narco sea fructífero.
En lo que va de año la Guardia Civil se ha incautado de algo más de tres toneladas y media de hachís, según los datos oficiales facilitados a El Faro. Detrás de ese montante hay todo tipo de detenidos: adultos y menores, hombres, mujeres, miembros de una misma unidad familiar... Todos ellos convertidos en meros enlaces de una cadena que une las plantaciones de hachís del norte de Marruecos con su abastecimiento europeo, encontrando en Ceuta el trampolín idóneo para dar el salto.
Los dobles fondos de vehículos vuelven a estar de moda ante la presión ejercida sobre las narcolanchas. Les acompañan las motos de agua y las embarcaciones de recreo a las que les añaden un motor de superior potencia. Los agentes de la Benemérita destinados en la zona portuaria se han encontrado de todo: hachís dentro de aceitunas, en el interior de todo tipo de alimentos, entre dulces, dentro de las ruedas de repuesto, en el tanque de la gasolina, en carritos de bebé o hasta en pañales de esos niños que, sin saberlo, servían de correos de la droga siendo unos lactantes utilizados por sus progenitores.
Las grandes cantidades de droga siguen pasándose en camiones o dentro de cargas de vehículos, buscando apoyos de lanzaderas para intentar despistar a los agentes pretendiendo trasladar toda la mercancía hasta el puerto de Algeciras.
Los pasadores intentan llevar cargas menores a 2 kilos para no entrar en prisión
La droga adosada al cuerpo sigue siendo una vía de pase muy utilizada para el traslado de pequeñas cantidades por el puerto o la frontera. Los elegidos para este abastecimiento al por menor portan menos de 2 kilos para evitar, de ser detenidos, la entrada en prisión si carecen de antecedentes penales. Entre las detenidas hay muchas mujeres y jóvenes. Además de adosársela al cuerpo, sigue habiendo el tráfico de culeros que la han ingerido y la llevan en el interior de sus organismos o quienes esconden la mercancía entre sus prendas o debajo de las zapatillas o la gorra. Es una vía tradicional pero continua que se repite tanto en el Tarajal como en el puerto.
Vehículos cargados hasta el límite
Aunque lo habitual es que se elijan unos dobles fondos concretos para esconder la droga, se han encontrado casos de vehículos como esta motocicleta que fue cargada de hachís en todos los huecos posibles que presentaba. Fue una obra de mecánica, ya que se modificaron todas las zonas para colar distintas cantidades de narcótica sustancia pretendiendo el embarque sin éxito. El piloto fue detenido y condenado por un delito contra la salud pública.
Aviones, la valla, los fardos...
Al tráfico en embarcaciones y coches se suman las vías que genera la orografía de la propia ciudad. El perímetro fronterizo se ha convertido en vía de pase de drogas a través de las alcantarillas, que tuvieron que sellarse, o lanzando bultos de lado a lado. También se han usado pequeñas avionetas para pasar mercancía e incluso palomas mensajeras. Los fardos que portan los camalos para sacar alimentos del Tarajal también han sido detectados con droga y piezas de armas. Las propias salidas que ofrece Ceuta por ser ciudad frontera alimenta este negocio del que viven muchas personas: los enlaces que se dedican a los pases y los dueños. Los primeros son los que encierran los dramas, trafican para ganar una ‘comisión’ por deudas, por situaciones familiares penosas o, como se ha dado en alguna ocasión, por enfermedades graves que les llevaron a traficar para pagarse tratamientos en la privada.
Nunca hay pase que no sorprenda
A las habituales ocultaciones en dobles fondos de vehículos se suman otros casos más curiosos, como los que se han topado los agentes al descubrir alimentos con bellotas de hachís en su interior, como fue el caso de estas naranjas perfectamente preparadas con la mercancía dentro, o unas aceitunas aliñadas mezcladas con droga. Además está el señuelo de los bebés que son usados por sus padres -en algunos casos ni lo son- para ocultar droga bien entre sus propias prendas o en los accesorios que portan, sobre todos los carritos. El tránsito de personas es constante y aunque los filtros se hacen de manera permanente se busca mermar la vigilancia con este tipo de estrategias. La detección esta semana de hachís dentro de paquetes que se iban a enviar por correo ha sido, hasta el momento, el servicio más curioso de lo que llevamos de verano ocurrido en Ceuta.