Ayer te vi, saliendo de una Iglesia, y me quedé perplejo. Tus fieles estaban agolpados en ese pequeño espacio, para observar tu semblante, tan realzado, tan típico, y todos nos persignamos cuando te vimos en el pórtico, y la banda de música tocó nuestro himno nacional. Salieron mis lágrimas, emotivas, y no era para tanto, tu belleza y esa canción que nos viene como una unión, ante todos, ya que somos, lo que somos, y nadie puede debatirlo.
La alegría también estuvo en esos hombres trabajadores del fondo de los respiraderos y estos fornidos empezaron a mecer con toda la devoción y cariño a su cristo, ya que tenían ganas de salir, aunque todos miraban al cielo y comentaban las incidencias de un Martes Santo en Cádiz, pero este jueves fue diferente y pudo dar vida la Cofradía a sun Tallas consagradas y ver la luz y la calle ser su realce a un trabajo bien hecho por todos durante un año entero.
Y los corazones encogidos dan palmas a la primera levanta, y le da más aliento a esos voluntarios del sufrimiento que está allí para pasear a su Padre, que está sufriendo por nosotros.
La banda de música alegra los pasos, me van meciendo el paso, y con estilo bien definido hacen atractivo su seguimiento por las calles, que se van llenando de personas que quieren ver a su Cristo, a su Dios y acompañarlo en los críticos momentos, de sus desafortunados caídas por los pecados de todos nosotros.
Y las horas caen, el cansancio apremia y todos están contentos por colaborar en sacar a su Maestro por las calles de nuestra bendita ciudad.
Gracias por todo lo que hiciste por nosotros y por tus ganas de ser un ejemplo para nuestro futuro comportamiento.