Hoy he caído en la trampa más eficaz que tenéis: el mirarte, y me has hecho sentirme oprimido por tus ojitos. No lo he podido reprimir, seguí observándote y decidí dar parte de ti. Mis sombras me delataban, mi disimulo no era suficiente para darte esquinazo. Estabas tan arriba que nunca podía ser algo imaginario, sino real como la vida misma. Esa que me había puesto en este lugar para contemplarte y estar con ese escalofrío que me dejaba fuera de mi durante tantos instantes.
No pude reaccionar, ante un bello piropo de una mujer que estuvo al lado mío y me reclamó mi atención, pero yo solo suspiraba por aquella magestualidad que veía en el horizonte.
Era presa de una imagen que no podía quitármela de encima.
Ni si quiera los ruidos del mar, que aclamaban también que prestara un poco de atención, me distraía.
Todos pensaban en una brujería, pero yo solo decía: "Madre mía qué bella eres. Déjame un rato más admirarte".
Solo estaba fuera de sus encantos, cuando mis obligaciones me hacían pensar en otras cosas, pero siempre había ese resquicio donde podía nuevamente restablecer era sintonía al universo de la inquietud, y pensaba en algún "piropo", para poder atraer tu atención.
Solo ver mi expresión de felicidad era suficiente para imaginar que estaba en un lugar por que quería estar y que nadie me obligaba a encontrarme allí, por una obligación inapelable, sino por una casualidades de esas que se ven, pero que no se imagina nadie que podrá ser un bombazo hacia una galaxia donde no es sólo una amistad lo que se quiere, sino algo más que por deducción es algo más que imposible.
Pero esos instantes donde los propósitos están fuera de órbita, no dan pie a caer desde una altura tan grande que pueda partirte la crisma.
Solo encontrará la desilusión de un amor no secuenciado y quedar amargado por no ser correspondido.
Pero aunque uno quede destrozado moralmente, debemos de conformarnos con ese instante donde uno ha creído en ese amor, y también se ha creído ser el centro del universo de un cariño imaginario.
Cuál cruel es el desamor.
Que eventos se han incorporado a esos instantes donde pensaba en ese ayer donde mi corazón latía a una velocidad, tan desproporcionada, que jamás creería ser damnificado con ese infortunio del abandono de una pizca de cariño de esa mujer que solo está allí por la madre Naturaleza, y no para picar nos y darnos en los morros.
Eso solo fue una letanía a la imaginación, donde una confusión fue el detonante a una falta de comunicación del mundo del Cielo, con un mortal que solo cree en un amor verdadero que jamás fue y que solo fue una equivocación en nuestro instinto de supervivencia.
Mañana será un nuevo día y espero que no tan cruel, como ha estado hoy.