Colaboraciones

Método Aróstegui y Escuela Náutica-Pesquera, por Manuel Castillo Sempere

Recuerdos sobre la metodología del profesorado, que con dedicación y esfuerzo se sumergía en el “viaje que realiza el alumno hacia el conocimiento al que acompaña desde el primer día”

¡Acaso pensáis que os voy a dejar que suspendáis? Los alumnos se quedaron sorprendidos ante mi respuesta. Y, lo más sorprendente es que yo mismo también me quedé sorprendido de mi propia respuesta. Pero esa respuesta que llevaba tiempo revoleteando en mi interior, salió por fin como un agreste torrente de la montaña, y dejó claro la pedagogía que iba a aplicar con mis alumnos. Deseaba demostrar que en el profesor recaía la mayor responsabilidad del aprobado del alumnado, y que en su actitud pedagógica recaía la verdadera responsabilidad de alcanzar los conocimientos que habían de adquirir suficientemente, de parte de los pupilos que cursaban las diferentes asignaturas. Siempre esa responsabilidad se ha asignado a los estudiantes, liberando al profesorado de ella; sin embargo, existe una corresponsabilidad y, si me apuran, yo diría de más peso de parte del profesorado. No recuerdo haber suspendido a ninguno de mis alumnos, cuestión que en esos días dedicados a la enseñanza se significaba como una atadura atávica en la hondura de mi conciencia, y como una cuestión verdaderamente fundamental que estuviese fuera de todo límite o frontera de la pedagogía. Porque hemos de considerar al enseñante como una suerte de guía, que deben de acompañar a los estudiantes a alcanzar con voluntad y esfuerzo a la adquisición de los conocimientos de las asignaturas en cuestión. Algunos podrían tachar a esta pedagogía -yo la denomino «Método Aróstegui*» en atención a un antiguo profesor de filosofía del Instituto de Ceuta- de paternalista y de excesiva protección al alumnado; sin embargo, yo la significaría de una pedagogía personalizada dedicada al aprendizaje del alumno, en el que el profesor no se limita a explicar sólo los contenidos de las asignaturas, sino también a constatar que esos contenidos han sido completamente comprendidos y asimilados por los estudiantes. Desde luego que ésta es una labor ardua que conlleva una plena dedicación del profesorado a hacer adquirir a los alumnos sus propios conocimientos de la materia a impartir; pero esa inmersión personal en el viaje que realiza el alumno hacia el conocimiento al que acompaña desde el primer día, obtiene unos resultados tan sorprendentemente favorables, que bien merece la pena que estemos revelándola en estos párrafos.

Algunos podrían tachar a esta pedagogía -yo la denomino «Método Aróstegui*» en atención a un antiguo profesor de filosofía del Instituto de Ceuta- de paternalista y de excesiva protección al alumnado”

Uno de los resultados que de manera inmediata se produce al impartir esta pedagogía, es el acuerdo tácito que se produce entre el binomio profesor-alumno que da lugar, por una parte, a una corriente de entrega de conocimientos; y, por otra, a una actitud receptiva de recibir y aprender esos conocimientos. Como ya he mencionado anteriormente, no recuerdo haber tenido que suspender a ningún alumno, a pesar de que los exámenes solían tardar alrededor de cuatros horas, y media hora de descanso para que reordenasen y reorientaran las ideas a expresar en los folios. Esta labor pedagógica volcada de manera tan personalizada en el alumnado, supone un gran esfuerzo y a todas luces agotadora; sin embargo, la satisfacción que produce al columbrar que los estudiantes alcanzaban en una gran mayoría los objetivos presupuestados en los inicios del curso, compensaban con creces todo el enorme esfuerzo que pudiera ocasionar la aplicación de este sistema pedagógico que tuve a bien emplear en la Escuela Náutico-Pesquera de Cádiz, para capitanes, patrones y mecánicos. Y, que todo comenzó aquel día que un estudiante convino en apuntarme: «que le costaba aprender los conceptos físicos de Teoría del Buque, y que sentía preocupación de cara a aprobar la asignatura». A propósito de lo comentado anteriormente, tengo que deciros, que dicho alumno y sus compañeros del curso de “Mecánicos de Primera”, aprobaron todos la compleja asignatura de Teoría del Buque, en primera instancia en el mes de mayo de aquel año tan significativo de 1.999, donde la XX centuria daba a su fin y se aprestaba a nacer la XXI...

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