A Paco le dieron por muerto tres veces. Una cuando ingresó en el
hospital universitario de Ceuta con “una arritmia maligna” y a su familia le dijeron “que no llegaba a la mañana siguiente”. Otra, los días posteriores cuando “se las veían para mantenerme con vida” contando con respiración asistida. Y la última, a los días de estar en Sevilla, a donde fue evacuado. Pero este agente de la
Guardia Civil ya jubilado, que estuvo años prestando servicio en lo que era la Compañía Rural (ejerciendo
control de frontera, costas y edificios públicos), se la tenía jurada a ‘la parca’ y desde ese 5 de marzo en el que “con tres suertes” pudo salir adelante no ha parado de luchar. Esas “tres suertes” las representaron los amigos con los que se encontraba en el club de Petanca ubicado en General Carvajal jugando al dominó como de costumbre. “
Empecé a sentirme mal, muy mal y se lo dije a mis compañeros. Me eché al suelo, pero contaba con tres suertes: una la de mi amigo Antonio, que es jefe de cocina del Impacto y que supo rápidamente hacerme un masaje cardiopulmonar; otra mi amigo ‘Momo’, vecino
de la barriada, que me abrió la boca porque la tenía cerrada y empezó a insuflar aire; y la tercera, la de Paco Amado, que me puso debajo de la lengua una pastilla de Cafinitrina que llevaba”.
El apoyo clave de AEGC y la delegada del Gobierno
Cuando vino la ambulancia se lo llevaron urgentemente al hospital, en donde ingresó grave
en la UCI. “Yo me caí al suelo muerto”, recuerda, pero sus amigos se coordinaron para recuperarlo desarrollando cada uno un rol que, en combinación, dieron con la fórmula perfecta: mantenerlo vivo. “Si hubiera faltado uno… pero se coordinaron todos” y estuvieron allí, reaccionando a tiempo. Allí, Paco comenzó a librar una batalla por salvar la vida en la que ha jugado un papel importante la
Asociación Española de la Guardia Civil (AEGC), a la que sigue afiliado. Su dirigente en Ceuta,
Juan Amado, marcó el objetivo de ayudarle con la etiqueta de prioritario, iniciando así un camino de gestiones con la administración para conseguir que lo trasladaran a la Península para ser intervenido. De la reunión inicial con la
delegada del Gobierno, Cristina Pérez, que atendió su petición de encuentro se pasó al desarrollo de unas gestiones que permitieron que ahora, ya en Sevilla, Francisco Cortés Ruiz pueda contar su historia. Amado remarca que las gestiones hechas por Delegación fueron claves para favorecer ese traslado que se consideraba vital y que de hecho lo ha sido.
"A mis amigos les debo la vida"
Paco fue consciente de todo lo que había pasado hace prácticamente una semana, porque hasta entonces permaneció al borde de la muerte en la UCI. “Mi familia me dice que había periodos en los que les seguía con la mirada y solo podía decir sí o no, poco más”, recuerda. Este lunes será intervenido
en la clínica Quirón, superando otro peldaño más en esa carrera por recuperar la salud. Las semanas en las que estuvo en Ceuta no avanzaba, así fue hasta su evacuación a Sevilla en donde le practicaron un cateterismo que le ha ayudado a progresar. “Me ven mejor por días”, se congratula. Todavía carece de sensibilidad en su parte izquierda, desde el pie hasta el brazo, además de tener dolor, pero sigue las órdenes médicas y no para de andar por el hospital como le recomendaron. “Me dijeron que me moviera todo lo que pudiera y empecé simplemente quedándome de pie sin agarrarme a nada, después empecé a andar, haciendo pasillos, poquito a poco. Cuando me vi con más fuerza me hice dos pasillos, luego subí las escaleras sin agarrarme al posabrazos… Y ahora ya me subo las tres plantas y las bajo”, reconoce orgulloso. La vida de Paco ha dado un giro radical, ha pasado de la muerte a mantenerse aferrado a su familia contando con el respaldo de sus amigos. “A ellos les debo la vida, también a Juan Amado por intervenir para que pudieran evacuarme y a la delegada del Gobierno… No sabemos qué hubiera pasado si no me traen aquí”.