La Ciudad busca un lugar donde acoger a los menores marroquíes llegados a nado. Si en tiempos hubiera hecho sus deberes hoy no tendríamos este problema. Revisando la hemeroteca figuran, años atrás, cuantiosos anuncios de construcción nunca ejecutados.
Y así, entregados a esa absurda pero extendida política de anunciar y no cumplir, nos vemos ahora buscando naves para alquilar y corriendo, como pollos sin cabeza, acudimos a llorar a los ministerios.
La misma orden que se dio para desalojar el centro de San Antonio del Hacho y ocupar el albergue de Hadú convertido en ‘La Esperanza’ debería haberse dado para construir, con la celeridad debida, un centro en condiciones para una ciudad frontera sometida a fuertes ciclos migratorios.
Esa misma ausencia de instalaciones para menores se puede extrapolar a otro ámbito: la carencia de un albergue social para atender otras incidencias que se dan en la ciudad. No lo tenemos y parece que pocas prisas tiene el Ejecutivo local por cumplir con una obligación hacia sus ciudadanos.
Incendios, catástrofes, bloqueos marítimos, situaciones de emergencia social… Son incidencias que se pueden dar en Ceuta, que de hecho se han dado, sin que dispongamos de unas instalaciones preparadas de inmediato para ofrecer una respuesta digna.
Ocupar pabellones deportivos es la salida de la que siempre se echa mano, convirtiendo en norma lo que no lo es. Pasan los años y somos incapaces de poner en marcha una infraestructura que sirva para evitar que haya gente durmiendo en la calle (que la hay) o para acoger a quienes son víctimas de siniestros.
Estas son inversiones necesarias pero a su vez olvidadas, quizá porque no dan votos o, peor aún, porque no se cree en una realidad extrema social que también se da en Ceuta.