En nuestro artículo anterior referido a los datos del desempleo de junio de 2023 explicábamos que en las elecciones del 23 de julio se decidirían dos modelos distintos de gobernanza en nuestro país. Por un lado, el del diálogo, el empleo de calidad, la protección del medio ambiente, la subida de las pensiones y del salario mínimo; el de la protección de la diversidad; el que busca que paguen más lo que más tienen; el de la sanidad y la educación públicas y para todos. Por otro lado, el del retorno al empleo precario, a las subidas de pensiones por debajo del coste de la vida, el de la bajada de impuestos, fundamentalmente para los que más tienen, el de unas políticas medioambientales anticuadas y negacionistas del cambio climático; el de la España casposa, dedicada a tardes de toros y procesiones, como elementos culturales fundamentales, el de la negación de la violencia de género; el del rechazo a la diversidad territorial; el del retroceso en los derechos del colectivo LGTBI; el del retroceso en la ley del divorcio; el del rechazo al inmigrante y al diferente. Es lo que estamos viendo que está sucediendo allá donde gobierna la derecha, que ya ha hecho suyos los postulados de la extrema derecha. Afortunadamente, como explicaba en el artículo de la pasada semana, la tremenda movilización de las fuerzas progresistas de este país ha evitado la vuelta a la caverna y va a hacer posible que todas estas medidas positivas para el bienestar colectivo puedan ser introducidas en las instituciones europeas, gracias a que el presidente español, Pedro Sánchez, se mantendrá como presidente de turno del Consejo de la UE durante todo el semestre. Esta es la principal enseñanza de estas elecciones. La movilización ha hecho posible lo que todos los progresistas queríamos que sucediera. Así se han forjado las conquistas de derechos sociales a lo largo de la historia. Cuando conocemos los datos censales del desempleo registrado y la afiliación a la seguridad social del mes de julio, comprobamos con satisfacción que el mercado de trabajo sigue mejorando. Incluso corrige los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), conocida hace unos días, respecto al empleo industrial, que aumenta los afiliados en 16.905 en ese mes y en 39.444 en el último año, mientras que en dicha encuesta se reflejaba una caída anual en más de cincuenta mil ocupados. En concreto, la afiliación sube por encima de los 20,9 millones de afiliados, creciendo a un ritmo de del 2,7% anual, lo que implica que hoy hay 550.920 afiliados más que hace un año. Y el paro se ha reducido en 205.938 personas en el último año, hasta situarse en 2.677.874 personas, que es el nivel más bajo en 15 años. En concreto tenemos que irnos hasta septiembre de 2008 en la serie histórica para encontrar algo similar. Todo esto confirma las predicciones que hacíamos en nuestros modelos estadísticos. Por Comunidades, las que más bajan respecto al mes anterior son Asturias, Extremadura y Cantabria. Respecto al año anterior destacan Baleares, Extremadura y Aragón. Y dentro de Andalucía, sobresalen las provincias de Huelva, Almería y Jaén, en términos interanuales, y Cádiz, Huelva y Málaga, en términos mensuales. Además de lo anterior se observa que el 40% de todos los contratos firmados en el mes son indefinidos, mientras que los fijos discontinuos apenas suponen el 3,9%. Los contratos temporales se reducen en un 16% respecto a al año anterior. Además, el paro baja en julio de forma similar entre las mujeres y los hombres, y lo hace en todas las edades y en todos los sectores, menos en agricultura. En el Informe de Coyuntura Laboral de Comisiones Obreras se indica que “El modelo productivo está cambiando. El empleo se concentra en ramas (serv. esenciales, serv. tecnológicos y del conocimiento, y logística y comercio al por mayor) y ocupaciones de más valor añadido. Las ramas de investigación y desarrollo, serv. informáticos y almacenamiento y actividades anexas al transporte son las ramas que están creando empleo a tasas más altas”. Y también se destaca que la actividad laboral sigue vibrante gracias a la ejecución de los fondos europeos y la mejora en el poder de compra de algunos salarios y rentas. Mejora que es especialmente reseñable frente al débil crecimiento en Europa y el estancamiento de países como Italia o Alemania. Con estos datos, que suponen que nuestra economía va muy bien (la inflación también desciende por debajo del 2%), lo que ha ocurrido es que la ciudadanía lo ha reconocido y premiado, en parte, en las últimas elecciones. Es decir, sigue habiendo partido, que ya se está jugando en este caluroso verano, y que configurará el futuro de nuestro país para los próximos años.