Cuanta rigidez política se nos está acumulando y que sinuoso camino de incertidumbre nos queda por atravesar. Con dos opciones de investidura rivalizando entre ellas y sin la posibilidad de llegar a un encuentro.
Así, la gobernabilidad puede llegar a permitirlo todo, con decisiones que convengan a un grupo político o incluso con acuerdos desacertados. Todo en función de la llave de acceso a y de mantenimiento de ese poder político, y de la geometría variable en la Carrera de San Jerónimo. En todo este paisaje, el alcance del poder efectivo del voto no ha permitido pacto alguno entre los dos grandes partidos y sí que los ha situado en dos escenarios diferenciados de interacción para la gobernanza: la oposición del bloque del PP y la gobernabilidad del bloque de Sánchez.
Dos escenarios que en principio evitarían la repetición electoral, pero no una legislatura de vértigo. Muy probablemente, los días 26 y 27 de septiembre consolidarán al Partido Popular en su función activa de oposición. Habiendo evidenciado una alternativa de gobernabilidad. Y con Feijoo habiendo pretendido “representar a la inmensa mayoría deseosa de preservar la dignidad democrática…, a solo cuatro votos de una mayoría…, la distancia de una amnistía y de un referéndum de independencia”. ¿Pérdida de tiempo?. O, ¿alternativa presente a lo largo de la XV legislatura?, con el vigor de tener una holgada mayoría absoluta en la Cámara Alta del Senado y con el mapa de España teñido de azul en autonomías y municipios.
Los conservadores nacionalistas de Junts, tienen la llave de los “hechos comprobables” del acorralado Puigdemont. Y aunque dentro del partido existan líderes más pragmáticos, los “hechos” han iniciado su curso. La demanda del ministro Albares a la Presidencia del Consejo de la UE (presidida por Sánchez) para incluir en el orden del día del 19 de septiembre el reconocimiento institucional europeo del vasco, el catalán y el gallego como lenguas oficiales. Y la instauración, aprovechando la constitución de la Mesa del Congreso, del uso de estas tres lenguas en esta Cámara, sin debate previo alguno. Al tiempo que para Sánchez “no hay otra alternativa que un gobierno progresista…, reconduciendo la coalición saliente”.
Sin embargo, este inicio con su camino trazado, per se, no augura una legislatura larga. En su transcurso, el entendimiento parece no ser fácil. Uno, la demanda del reconocimiento institucional europeo de estas tres lenguas es muy probable que sea sólo un acto simbólico, necesitando la unanimidad de los 27 socios. Dos, habrá que constatar, en el Congreso, la agilidad y efectividad comunicativa de proceso de interpretación y traducción a la lengua de todos, el español, en el contexto de la vivacidad oral de las intervenciones; así como su rédito electoral. Y tres, tenemos la gran riqueza cultural y patrimonial de, según el Instituto Cervantes, la segunda lengua materna más hablada en el mundo y una de las grandes lenguas internacionales, el español. Y por supuesto también la misma gran riqueza de la coexistencia de otras lenguas: catalán, valenciano, gallego, euskera, aranés y asturiano. ¡Agur!